Game of Thrones es en la actualidad la serie número uno a nivel mundial. Y es que basada en la saga de novelas de la mano de George R. R. Martin, canción de hielo y fuego.

 GOT ha sido eficazmente adaptada a la pantalla de HBO durante el transcurso de 7 temporadas convirtiéndose en su especial caballo de Troya, que le ha posibilitado adentrarse en los hogares de más de 17,5 millones de espectadores en su estreno de la octava temporada de este año solo en los Estados Unidos.

 Sin contar los espectadores a nivel mundial. Es una serie de un impacto y un fandom tan copioso que literalmente se generan noches temáticas en bares y pubs solo para presenciar el estreno de cada uno de los episodios.

Caracterizada por ser una serie por completo impredecible, sorpresiva, cruda e impactante. Durante muchas temporadas Game of Thrones se demostrado una inigualable forma de ser estructurada por completo diferente y fresca a cualquier serie de su clase antes vista.

Con una base que entrecierra un montón de traiciones, personajes narrativos ricos, construcción de personalidades grises y la generación de debate con respecto a la posibilidad de que no existen personajes buenos y malos.

A eso se le agrega un entorno medieval enriquecido con una trama que colinda entre alianzas, drama y política sin dejar de lado el aspecto sobrenatural y adhiriéndolo de una manera tan orgánica y satisfactoria que simplemente sorprende por su ejecución y su buen rendimiento.

Game of Thrones lo tenía todo para convertirse en una de las series de culto intachable. Sentando precedente para la forma en la que se iban a contar la historia de los personajes a futuro, siendo esta, un faro con respecto a la posibilidad de tomar más riesgos de lo que uno está acostumbrado en la televisión cotidiana.

 Y es justamente con esta octava temporada donde definitivamente las aguas de los espectadores se dividen y no tiran para el lado bueno de la ecuación.

Pero es que luego de un transcurso de 7 impecables temporadas siendo adaptada de la mano de las novelas de George R.R Martin. Es justamente esta octava donde el guion de David Benniof y D.B. Weiss parece no caerle de agrado a un gran porcentaje de los fanáticos de la serie que literalmente han sido capaces de crear una petición por change.org para, literalmente, reescribir y re filmar por completo la octava temporada de la serie.

El Fandom en parte (actualmente el cúmulo de firmas llega a 400.000 en total) no se siente muy contento con el rumbo de sus personajes favoritos. Y es que si tenemos que ser honestos la estructura de la octava temporada se siente por momentos apresurada, acotada y mal confeccionada.

Por un lado, tenemos los errores técnicos que van desde una taza de Starbucks colocada al lado de la actriz Emilia Clarke justamente cuando se encuentra en un banquete nocturno hasta el momento final de Jaime y Cersei, interpretados por Nikolaj Coster-Waldau y Lena Headey, abrazados y con una mano de Jaime izquierda por completo sana sujetando a su incestuosa amante cuando todos sabemos que el personaje de Jaime perdió su mano y es reemplazada por una de oro.

Estos errores garrafales se pasan por alto cuando uno se instruye más en el contenido de la narrativa de la misma. Es justamente en ese apartado cuando la serie decae aún más en un terreno empantanado.

Es que con una construcción del personaje de Emilia Clarke, Daenerys la madre de los dragones durante 7 temporadas como una luchadora que es capaz de hacerse con el trono y traerle igualdad, paz y prosperidad a los 7 reinos donde el arco narrativo de este héroe (devenido en antihéroe o héroe trágico) donde por completo, se metido el dedo en la llaga con respecto a lo que los fanáticos piensan de la serie.

Más allá de tener traiciones y giros a montón. Aun cuando se dieron múltiples pistas de lo que al personaje siendo un Targaryen podría convertirse. Es tan abrupto y rápido el cambio que se genera en la psiquis del personaje que a más de un televidente se le quedo un nudo en la garganta y no por la sorpresa y lo increíble del mismo, sino por lo ofuscado y negativo.

Con esto demostraron lo apresurado que estaban los escritores por cerrar ciertos arcos, aun cuando se les posibilito la opción de que la temporada completa se confeccionara en 10 episodios. Y ellos, en parte, con la idea de moverse a nuevos proyectos (Ambos escritores tienen proyecto con la saga Star Wars) decidieron recortar el tiempo de los capítulos a unos acotados 6 en total.

Y la transformación de este personaje es una simple parte de lo que a la narrativa falente refiere. Dentro de estos 5 capítulos transcurridos realmente uno no logra entender diferentes y diversas situaciones dentro de la serie que van desde el final del Rey de la noche siendo apuñalado por Arya Stark (personaje interpretado por Maysie Williams) de una manera sorpresiva y demasiado apresurada. Si tenemos que ser honestos el personaje y la narrativa de lo que a los caminantes blancos refiere es un arco muy importante dentro de la serie, ya que la misma comienza con estos personajes. O como por ejemplo Jon Snow (Personaje interpretado por Kit Harington) se despide de una manera fría y tosca de Ghost su lobo blanco.

Y así podríamos seguir contando un montón de situaciones que se ven por completo erróneas, apresuradas y mal ejecutadas. Lo genera un ruido al que está acostumbrada la serie, pero más en un prospecto negativo que lamentablemente parece manchar el intachable recorrido que tiene la misma, se vio reflejado en el puntaje que venía teniendo durante tanto tiempo en Imdb el cual decayó a un 6,5 siendo estos últimos capítulos de la serie los peores puntuados.

 En fin, a la espera del ultimo y final capítulo de Game of Thrones las expectativas son arduas y la esperanza no decae. Tenemos que ser correctos y afirmar que el legado de la misma es impresionante y no dejar que este último sabor de boca nos amargue el afecto y el respeto que tenemos con la misma siendo, verdaderamente, una de las series mejor adaptadas de una novela, de una saga literaria.