Las acusaciones de Meghan Markle abren el debate sobre el racismo en la sociedad británica
Las acusaciones de racismo y los problemas de salud mental que Meghan Markle y el príncipe Harry plantearon durante la charla de dos horas el domingo con la presentadora estadounidense Oprah Winfrey, se convirtieron en el puntapié para un debate más amplio y extendido a toda la sociedad británica.
"Ataque de napalm televisado" tituló hoy el diario The Times mientras la organización Black Lives Matter UK publicó esta mañana en su cuenta de Twitter que dejar de impulsar la idea de que el Reino Unido es uno de los países menos racistas de Europa, porque no lo es.
"El Reino Unido es extremadamente racista y tenemos que decirlo como es", expresó.
En la entrevista Meghan y Harry dejaron al descubierto las dificultades a las que se enfrentaron como miembros de la realeza y sobre todo cómo impactó en ellos el planteo por parte de algunos miembros de la familia, sobre las "preocupaciones" sobre el color de piel de su primer hijo, ya que la duquesa de Sussex es afrodescendiente.
Aunque el primer ministro Boris Johnson, se limitó a decir que siente admiración por la reina, su portavoz indicó que "no hay lugar para el racismo en la sociedad"
Parte de las repercusiones de la entrevista también alcanzaron al padre de la exactriz, Thomas Markle, quien aseguró que no creía en la veracidad de las acusaciones de su hija.
"No creo que la familia real británica sea racista en absoluto", dijo al canal ITV Markle, de 76 años, y quien no mantiene contacto con su hija desde la boda.
"Está claro que esperábamos algo dramático" pero "creo que esto ha superado esas expectativas", dijo a la AFP el experto en la realeza y periodista del Daily Mail Robert Hardman.
Sin embargo, la diputada laborista Diane Abbott, la primera mujer de origen afrodescendiente elegida en el Parlamento británico, dijo que espera que la entrevista de la duquesa de Sussex sea un momento decisivo que anime a las mujeres de color y mestizas a hablar abiertamente de sus problemas de salud mental.
"La incesante negatividad y el abuso son terribles. No es sólo un artículo o un tuit, es saber que, día tras día, habrá tuits y cosas abusivas en Facebook. Día tras día, abres un periódico y ves un artículo, o una noticia, que distorsiona completamente tu posición. Y sobre todo, hay una presunción de que no eres humano", afirmó en una entrevista al diario The Guardian.
Abbot hizo referencia a los ataques sufridos en 2017, durante las elecciones generales, cuando fue objeto de una implacable campaña de insultos racistas y sexistas en las semanas previas a los comicios.
La parlamentaria contó que llegó a recibir cientos de cartas con mensajes racistas todos los días, incluidas figuras de esvásticas y fotografías de monos y chimpancés.
Por su parte, la diputada laborista Kate Green, consideró que las afirmaciones de Meghan eran "realmente angustiantes e impactantes".
"Si hay acusaciones de racismo, esperaría que el Palacio las trate con la mayor seriedad y las investigue a fondo", aseguró a la cadena de televisión Sky News.
En la misma línea, el líder laborista Keir Starmer, por su parte, agregó que las acusaciones de Meghan sobre racismo y falta de apoyo para la salud mental deben tomarse "muy en serio".
"Las cuestiones que Meghan ha planteado sobre el racismo y la salud mental son realmente graves. Es un recordatorio de que demasiada gente experimenta el racismo en la Gran Bretaña del siglo XXI. Tenemos que tomarlo muy, muy en serio", afirmó.
En defensa de la corona salió la Sociedad de Editores que reúne a los directivos de la prensa británica. "Es inaceptable que el duque y la duquesa hagan estas acusaciones sin proporcionar ninguna prueba", declaró Ian Murray, director de la sociedad en un comunicado en el que afirma que la prensa británica "no es racista", según informó AFP.
Y aunque el primer ministro Boris Johnson, se limitó a decir que siente admiración por la reina, su portavoz indicó que "no hay lugar para el racismo en la sociedad".
Mientras tanto, el Palacio de Buckingham, la residencia oficial de los monarcas británicos continúa en silencio.