Conocé su historia: Agustín Destribats y el sueño olímpico que nació a los 9 años
Cuando Agustín Destribats nació parecía que el tiempo en la lucha libre argentina se había detenido. Todo estaba en pausa hasta que el propio Agustín le dio ritmo y vida. Es que fue el cordobés, de 23 años, el encargado de devolver esta disciplina a un Juego Olímpico tras 25 años de ausencia.
El momento que pasó a la historia fue aquel 15 de marzo de 2020, cuando Destribats logró la clasificación a Tokio en el Preolímpico Panamericano que se disputó en Ottawa (Canadá), en la categoría hasta 65 kilos de lucha libre.
Destribats es el primer deportista argentino en clasificarse a los Juegos Olímpicos de Tokio desde que lo hizo Paulo Ibire en Atlanta 1996. Por eso, el Gobierno provincial, a través de la Agencia Córdoba Deportes, brindó todo su apoyo al joven.
Para llegar a ese objetivo histórico tuvo que luchar y en serio, pero no sobre la lona y contra un rival de otro país sino contra las adversidades que se le cruzaron en la vida. Es más, el primer gran golpe -literalmente- lo recibió a los 9 años y así fue como la lucha le dio la bienvenida.
“Llegó, fue a probar una clase, se metió y uno de los chicos más grande estaba haciendo acrobacias, no lo vio y le pegó con el talón y lo noqueó; ahí dijimos: ‘si vuelve, va a salir bueno’, y volvió y salió muy bueno”, rememora Leonardo Torres, entrenador de Agustín desde ese momento hasta la actualidad.
Ese no fue el único momento en el que Destribats tuvo que sacar lo mejor de sí. El nacido en barrio Estación Ferreyra, en la ciudad de Córdoba, le “da pelea” a todo lo que se le opone.
“Tuve muchos momentos difíciles, más que todo en la infancia, problemas familiares; pero siempre iba a lucha y me olvidaba de todos los problemas; me gustaba ir, estaba en mi mundo, disfrutaba, no pensaba si había pasado algo o si tenía que ir a casa y resolver algo; fue un escape”, describió Agustín.
Entrenar duro
Ese enfoque y concentración lo llevaron a buen puerto, porque a los pocos años de iniciarse en la disciplina también arrancó con el entrenamiento “en serio”. En plena adolescencia y etapa de crecimiento, compromisos, fiestas y juntadas con amigos quedaron de lado en pos de un sueño más grande: ser alguien en la lucha.
Así lo graficó Torres, su entrenador, fiel testigo de todo este proceso. “Como todo chico, tuvo altibajos y en 2010, estando los Juegos Olímpicos de la Juventud, le dije que tenía talento para llegar, pero tenía que ponerse a entrenar en serio” recuerda.
“No tenía idea de qué era, pero como le gusta competir dijo que sí; era duro porque todo era esfuerzo personal y no había apoyo. Logramos ir a Cuba, después a Estados Unidos, hasta que llegó el clasificatorio en Brasil, y salió primero”, agrega Torres. Y completó: “Fue a los Juegos Olímpicos de la Juventud en Nanjing y salió cuarto. Ahí dijimos: ‘¿qué querés hacer?’ y dijo ‘quiero ir por el de mayores’. Necesitaba viajar más tiempo para entrenar con gente de su nivel. Conseguimos que fuera a Rusia e Irán. Todo el proceso salió redondito, clasificó en Canadá y está en los Juegos”.
Si bien para la mayoría fue una sorpresa la clasificación de Agustín a Tokio, para el luchador cordobés fue un objetivo más de todos los alcanzados en este largo proceso, y pretende que continúe muchos años más. “Es un sueño que de chiquito vengo planeando y estoy entrenando para eso; ahora se está cumpliendo un poco, pero soy muy ambicioso y quiero la medalla en los Juegos, y quiero ir a más Juegos; de chiquito soñaba con ir a cinco Juegos y espero que se dé; me gusta que mi deporte crezca y se haga conocido”, expresó.
El sueño de Agustín tuvo un rival enfrente más, todavía difícil de vencer: la pandemia de coronavirus. La ilusión estaba puesta en que los Juegos Olímpicos se desarrollaran en 2020, pero fueron postergados para 2021. Destribats algo intuía: “Ya lo veía venir, no fue una sorpresa; no me da ansiedad ni nada, porque siempre pienso competencia a competencia”, reconoció.
Por fortuna, durante 2020 y 2021 pudo viajar a diferentes países e, incluso, mantenerse un prolongado tiempo en Rusia, donde entrena y se perfecciona. “La mayoría del tiempo estoy en Rusia, en Majachkalá Daguestán, una ciudad totalmente diferente a Córdoba. Al principio me costó, pero después de estar tres años entrenando ahí me acostumbré; pero se hace difícil. Es como la capital de la lucha, cada club al que vas tiene un campeón olímpico o un campeón mundial. Están los mejores y si entrenás con los mejores, crecés”, comentó Agustín.
La familia
En su Córdoba natal quedan sus hermanos, sus papás y dos personas muy importantes: su hijo y su novia. Por eso, cada vez que puede regresa para pasar tiempo con ellos.
“Trato de disfrutar de la familia por el hecho de que estoy mucho tiempo lejos. Vengo un mes o tres semanas y trato de aprovechar ese tiempo para estar con mi hijo, mi novia, mis viejos, mis hermanos. Trato de entrenar lo que pueda, disfrutar y pensar más en la familia”, apunta después.
Si bien esto complica todo, es el combustible que mantiene viva la llama en el corazón y la cabeza de Agustín, y hace más fácil que pueda perseguir sus objetivos. Una anécdota contada por él mismo expresa esta escena de manera clara: “El día de la clasificación a Tokio me levanté muy mal; mi cabeza decía ‘ya está, este día no es para vos, serán las próximas Olimpíadas’; pero, por otra parte, decía ‘no, fueron muchos años entrenando para esto, mucho sacrificio’”. Así fue como salió a la lona, compitió con los mejores y se trajo la clasificación.
“Siempre digo que entreno para ganar, nunca voy a una competencia a participar, entreno para el oro; para estos Juegos digo lo mismo, aunque sean mis primeros Juegos y sea chico, sé que tengo rivales difíciles; confío en mí y entreno para ganarle a los que vayan a esos Juegos”, remarca Destribats.
Para Agustín es momento de entrenar, seguir perfeccionándose y pensar en las próximas competencias que se le avecinan antes de la gran cita en Tokio (este mes de junio compite en Polonia).
Nada de eso nublará sus objetivos y sueños. “Uno de mis sueños era hacer historia en la lucha argentina, que pasen los años y te reconozcan como Maradona o Messi, que sabés que van a estar en la historia del fútbol argentino; quisiera dejar una marca. Esto recién empieza y nos falta mucho tiempo”, aseguró. El sueño de aquel chico que empezó a los 9 años desde Estación Ferreyra está por cumplirse y a un pasito de llevar su nombre al mundo.