Los prejuicios y sus ramificaciones

Opinión 22 de junio de 2019 Por Moira Corendo*
Los prejuicios que escuchamos con cotidianidad en gran parte de nuestra sociedad, no hacen más que generalizar, preventiva y hostilmente a una persona o grupo por tener determinadas características.
AmaDeCasa

En un cumpleaños donde no faltaban ni la comida ni la bebida, alguien dice: “Tendrían que sacar la jubilación por ama de casa, me da una bronca que la tengan, ¿Por qué la van a tener?” Ese prejuicio, como tantos otros que escuchamos con cotidianidad en gran parte de nuestra sociedad, no hace más que generalizar, preventiva y hostilmente a una persona o grupo por tener determinadas características que se le adjudican sin tener en cuenta sus particularidades, sesgando de su propia historia a sujetos como María.

María tiene 65 años, se jubiló en 2014 beneficiada por la Moratoria de Amas de casa. De pequeña, no había nada más hermoso para ella que ir a la escuela, aunque caminara 3 kilómetros cada día, con lluvia, con frío, con calor, pero siempre con ganas de aprender a leer y escribir, de ver a su Maestra que le regalaba lápices de colores y a sus compañeros con los que jugaba a saltar la cuerda. A sus 8 años, su padre le dijo: “La escuela no es pa’ pobre m’hijita” y la obligó a dejarla.

Así fue como comenzó a trabajar para los dueños de una hacienda en su pueblo. Planchaba la ropa de los “señores”, limpiaba, otras veces les hacía mandados, no le pagaban, claro, sólo le daban la ropa que sus hijos ya no usaban y la comida del día. A los 10 años se fue de su casa porque su padre la golpeaba de manera tan brutal que prefirió escapar, con todo lo que eso significa en el psiquismo de una niña de corta edad, a quedarse en ese hogar signado por la violencia.

Fue a vivir cama adentro a la estancia. Allí comenzaron a pagarle, paradójicamente, sus patrones le entregaban la totalidad del dinero a su padre golpeador porque ella era menor. Él estaba contento con este acto, no vamos a negarlo; así pues, le entregaba a María un pequeño resto para algunas golosinas que compraba en el pueblo. De esta manera comenzó su vida laboral y sus próximos trabajos no fueron muy diferentes pese que ahora el salario ya le era entregado a ella sin intermediarios. Cuando llegó la edad de jubilarse, no tuvo los medios para comprobar las relaciones de dependencia con las que contó y se jubiló con la moratoria de amas de casa.

La respuesta entonces al ¿por qué deben tener jubilación? es muy concreta: porque son sujetos de necesidades y de derecho, porque trabajaron toda su vida de manera precarizada, porque no pudieron estudiar aunque era su mayor deseo, porque vivieron de los que a otros les sobraba, porque las oportunidades no son para todos iguales, porque el Estado, ausente durante gran parte de su vida, tiene la posibilidad de resarcirse al menos un poco, otorgándoles una jubilación por ama de casa; escueta jubilación, pero al menos es un derecho adquirido que nadie debería poder revocar, ni el FMI, ni el gobierno de turno, ni siquiera ser cuestionado por aquellos que trabajaron por un sueldo con aportes previsionales y seguridad social, y que se niegan desarrollar la capacidad de ponerse en el lugar del otro.

"La respuesta entonces al ¿por qué deben tener jubilación? es muy concreta:
porque son sujetos de necesidades y de derecho,
porque trabajaron toda su vida de manera precarizada..."

Las personas prejuiciosas figuran un psiquismo que ostenta seguridad en su ideología, en su manera de ver el mundo; sin embargo, detrás de esa doctrina moral, social, o religiosa que manifiestan a través de preconceptos, se consigue vislumbrar un psiquismo tan rigidizado que puede fragmentarse por cualquier situación que logre desacomodar esas ideas tan arraigadas, un psiquismo que no es tolerante a las diferencias y menos aún al diferente.

El autoritarismo aparece como respuesta ante la necesidad de sentirse seguro, el juzgamiento de “la moral y las buenas costumbres” componen la exteriorización de reprimir los propios deseos que no se permiten concretar a sí mismos, ni se conciben como posibilidad en propios y ajenos. Cualquier divergencia que irrumpa, es negada de manera inconsciente para poder seguir manteniendo su status de seguridad y obediencia hacia modelos internos de aprendizaje que fueron constituyendo su subjetividad. No obstante, las personas prejuiciosas no son los otros, somos todos.

"El autoritarismo aparece como respuesta
ante la necesidad de sentirse seguro..."

En mayor o menor medida, todos poseemos prejuicios, los expresamos y los actuamos; sería importante que podamos revisarnos a nosotros mismos para identificarlos. Reconocer que estamos atravesados por ellos concurriría quizás como la única manera de modificarlos, dejar de generalizar en base a algún o ningún elemento e interiorizarnos más en las realidades que nos son ajenas, poder colocarnos en el lugar del otro para comprender, para poder vivir en la diversidad sin juzgar, sin calificar, aceptando que todos somos diferentes, transformándonos a nosotros mismos para poder transformar el medio que nos rodea.

*Moira Corendo: Psicóloga Social

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