Es cierto que en la línea de caja los empleados bancarios que atienden al cliente y público en general suelen pedir que lleven los billetes ordenados de cierto modo, un tanto particular que para ellos cobran un sentido diferente que, para aquellas personas que los ordenan de otra forma o bien, los entregan mezclados a la hora pagar un impuesto.

Si sos de las personas que apilan los billetes con sumo cuidado, todos mirando hacia el mismo lado, aunque parezca una simple manía cotidiana, ordenar billetes, especialmente los de $1000, puede tener un trasfondo psicológico, a priori, interesante, como quienes los guardan desordenados en la billetera.

El dinero físico tiene, de por sí, una carga simbólica importante para los argentinos, más aún para las personas adultas mayores que, no usan, lo hacen con ayuda de un familiar, amigo o conocido, bien con ellos mismos con la dificultad y el desafío de aprender cada día un poco más sobre el método de pago de las billeteras virtuales. Para muchos, tocar el billete, contarlo o acomodarlo es una forma de recuperar control frente a un entorno incierto. En este contexto, el modo en que se manipulan los billetes puede funcionar como un espejo de ciertos aspectos de la personalidad de cada ciudadano.

¿Qué dice la psicología la conducta de ordenar billetes cabeza con cabeza?

Según diversos enfoques psicológicos, ordenar billetes puede relacionarse con una necesidad de estructura. Las personas con tendencia al orden suelen buscar previsibilidad en su entorno. Así, el acomodo prolijo de los billetes refleja una forma de autoafirmación y seguridad.

Los psicólogos también señalan que esta acción puede vincularse con niveles de ansiedad. En momentos de estrés o incertidumbre, ordenar objetos cotidianos, como es el caso de los billetes, puede brindar una sensación momentánea de control y calma. Es lo que se conoce como “microgestos de regulación emocional”.

Por otro lado, quienes desestiman el orden en su billetera podrían estar indicando una personalidad más relajada, con menor necesidad de control externo. No se trata de desinterés por el dinero, sino de una actitud más flexible frente al caos o lo inesperado.

El contexto también influye, por ejemplo, muchas personas ordenan los billetes al momento de cobrarlos o retirarlos del banco, pero los descuidan con el tiempo. En esos casos, el orden no refleja tanto una característica estable sino una conducta funcional o aprendida.

Ordenar billete prolijamente: ¿Ritual o trastorno?

En algunos casos extremos, el acto de ordenar billetes podría vincularse con un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Aunque no es común, cuando esta acción se vuelve compulsiva y genera malestar si no se realiza, puede formar parte de un patrón más complejo.

En cambio, para otras personas, acomodar billetes es un ritual vinculado al ahorro o a objetivos financieros. Doblarlos de cierta forma o ubicarlos en un orden determinado puede tener un sentido simbólico, como una promesa interna de disciplina económica.

Incluso desde el marketing se ha estudiado cómo la forma en que se entrega o recibe dinero influye en la percepción del valor. Un billete arrugado o maltratado puede generar rechazo inconsciente, mientras que uno en buen estado se asocia con cuidado y valor.

En definitiva, ordenar billetes de $1000 puede ser un gesto pequeño, pero lleno de significados. Ya sea por hábito, ansiedad, personalidad o simbolismo, lo cierto es que las conductas financieras hablan más de las personas de lo que se imagina la sociedad.