Identificaron los restos hallados en una casa al lado de donde vivió Cerati

Sociedad06 de agosto de 2025 Por El Objetivo
Los restos óseos encontrados en una casa de Coghlan eran de Diego, un adolescente desaparecido desde 1984. La prueba de ADN confirmó su identidad 40 años después.
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Identificaron los restos hallados en una casa al lado de donde vivió Cerati

Se trata de Diego, un adolescente desaparecido en 1984. Las pistas encontradas junto al cuerpo, el análisis forense y un llamado clave permitieron reconstruir un caso que permaneció en silencio durante 40 años.

Tres meses después del hallazgo de restos óseos humanos en una casa del barrio porteño de Coghlan, una prueba de ADN reveló la identidad de la víctima: se trataba de Diego, un adolescente de 16 años desaparecido el 26 de julio de 1984. La causa, que comenzó como una averiguación de delito, se reabrió gracias a la intervención del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), el testimonio de un familiar y una serie de objetos que resultaron fundamentales para reconstruir la historia.

El descubrimiento tuvo lugar el pasado 20 de mayo, cuando un grupo de albañiles trabajaba en el terreno ubicado en Congreso 3748, donde iba a levantarse una torre. Al levantar una medianera que daba al patio de la vivienda lindera —en Congreso 3742—, parte de una ligustrina se desmoronó, dejando a la vista unos 150 huesos humanos, ropa y otros elementos personales.

El sitio del hallazgo tiene una particularidad que disparó la atención mediática: en esa casa vivieron la artista Marina Olmi y, años más tarde, el músico Gustavo Cerati, quien alquiló la vivienda entre 2002 y 2003. Aunque no tienen ninguna relación con el hecho, su popularidad hizo que el caso tuviera mayor visibilidad en redes sociales y medios de comunicación. Fue esa difusión la que permitió que un hombre, al escuchar la descripción de los restos y los objetos hallados, sospechara que podían pertenecer a su tío Diego.

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Tras hacer la denuncia, la policía tomó una muestra de ADN a la madre del joven desaparecido, y el resultado fue concluyente: los restos hallados pertenecían a Diego, quien en 1984 jugaba al fútbol en el club Excursionistas y asistía a la ENET N.º 36. Según consta en la denuncia original, había sido visto por última vez en la esquina de Naón y Monroe, en Belgrano, vestido con el uniforme escolar. Esa misma noche, sus padres intentaron denunciar la desaparición en la comisaría 39, pero no se la tomaron. Les dijeron que el chico “se había ido con una mina”.

Durante cuatro décadas, la familia no volvió a saber nada. Incluso llegaron a aparecer en una nota de la revista ¡Esto!, del diario Crónica, pidiendo ayuda. El padre de Diego murió años después, convencido de que su hijo había sido secuestrado por una secta. La madre recibió esta semana la confirmación de lo ocurrido.

Las pericias del EAAF arrojaron detalles escalofriantes: Diego recibió una puñalada letal en la cuarta costilla derecha. Además, su cuerpo presentaba marcas de un intento de descuartizamiento con algún tipo de serrucho, que no logró concretarse. La fosa donde fue enterrado medía apenas 60 centímetros de profundidad, lo que sugiere que fue cavada con apuro y descuido. A su lado había un zapato talle 41, un corbatín escolar azul, un llavero naranja con una llave, una moneda de 5 yenes y un reloj Casio con calculadora, fabricado en Japón en 1982.

La causa está a cargo del fiscal Martín López Perrando, titular de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N.º 61, quien ahora busca reconstruir lo sucedido hace 40 años. Aunque el crimen estaría prescripto, intentará reunir testimonios y revisar la historia de quienes vivieron en esa casa por entonces: una mujer mayor y sus hijos, de apellido Graf.

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