Vergüenza Mundial: se suspendió la Superfinal por el brutal ataque de hinchas de River al micro de Boca
La expectativa tan grande derivó en lo que muchos temían. Todo se desbordó. Ni siquiera el promocionado operativo de seguridad para la Superfinal pudo evitar que se produjeran graves incidentes, dentro y fuera del estadio Monumental.
Debido a los incidentes con el micro de Boca en el que varios jugadores del "Xeneize" fueron afectados, el duelo se reprogramó para el domingo 25 a las 17 y será con público.
Todo fue una papelón. Una muestra cabal de lo peor del fútbol argentino y sudamericano: violencia, aprietes, tironeos, disputas de poder, desprolijidades, peleas...
La Superfinal de la Copa Libertadores entre River y Boca que debía jugarse este sábado a las 17 primero fue postergada en dos ocasiones. Y finalmente fue suspendida. Se jugará mañana a las 17. Aunque cualquier cosa puede cambiar en las próximas horas.
Todo lo malo que podía pasar ocurrió.
Afuera, la violencia invadió las calles ante la inoperancia de un operativo policial que nuevamente falló. Adentro, cada dirigente intentó sacar tajada sin pensar en el bien común. Y así fueron pasando las horas. Desde la bochornosa llegada del micro de Boca al Monumental hasta las presiones de la Conmebol y de la FIFA para que el partido se jugara pese a todo.
La lesión en el ojo izquierdo de Pablo Pérez que publicó el médico de Boca Jorge Batista
Desde Boca la postura era clara: le informaron a River y a Conmebol que no estaban en condiciones de jugar el partido: Pablo Pérez, capitán del equipo y Gonzalo Lamardo, juvenil que acompañó al plantel, habían sido trasladados a un hospital para ser atendidos tras la salvaje agresión que sufrió el plantel boquense en su llegada al estadio Monumental.
Hubo piedrazos al micro, gases lacrimógenos y varios futbolistas resultaron heridos.
Así llegó Zárate al estadio Monumental de Buenos Aires.
Las imágenes eran contundentes. Pero después de varias reuniones y de la presión ejercida por los presidentes de la FIFA, Gianni Infantino y de la Conmebol, Alejandro Domínguez, lo que parecía imposible se volvió probable: a pesar del caos generado y de los futbolistas heridos, anunciaban que la Superfinal se jugaría más tarde. A las 18, informaron en primera medida. A las 19.15 lo cambiaron después.
Según argumentaba la máxima entidad del fútbol sudamericano "no existía causal para suspender el partido".
Mientras tanto, en Boca una mezcla de confusión y enredos invadía el vestuario visitante. "Nos están obligando a jugar el partido", sentenció Carlos Tevez como líder del plantel.
Y agregó: "Pablo (Pérez) llegó con un parche en el ojo. No estamos para jugar. Los médicos están con mucha presión. Pero acá hubo jugadores que no paramos de toser, con muchas ganas de vomitar, con ardor en la garganta. recién ahora se me está yendo el dolor de cabeza. esto no tendría que pasar. Salimos a hablar para contar que nos están obligando a jugar el partido en estas condiciones, con tres compañeros que no están en condiciones de jugar este partido".
Fernando Gago se sumó en la misma línea: "Estamos sorprendidos porque nadie toma una decisión. Hace siete horas que estamos dando vueltas. A nosotros nos dicen que el partido se juega, pero no están dadas las condiciones en el grupo".
El comunicado del departamento médico de la Conmebol, con la evaluación de los jugadores de Boca.
El desmadre tuvo su clímax en la llegada del micro con el plantel de Boca al Monumental. Y desde ese momento, alrededor de las 15.20, cuando faltaban menos de dos horas para que comenzara la gran final, todo fue caos, desorganización y preguntas sin respuestas.