Este invierno La Rioja ofrece sus tesoros paisajísticos, culturales, y gastronómicos
La temporada invernal está ante nosotros, y la opción de viajar por la provincia de La Rioja asoma como una alternativa que no defraudará a quien se anime a visitar un espacio cargado de historia, con un marco natural incomparable, y la posibilidad de disfrutar de los productos de la tierra, ofrecidos generosamente por sus habitantes.
Por la costa riojana
A 100 km de la capital provincial, transitando la Ruta Provincial 75 hacia el norte, en paralelo a las Sierras de Velasco, se llega a Castro Barros, donde se encuentran las primeras bodegas riojanas, cuyos vinos industrializados, artesanales, o de autor conquistaron los mercados nacional y extranjero por sus características de cosecha entre los 1.400 hasta los 1.700 metros sobre el nivel del mar.
Abrazadas por el imponente cordón montañoso unas diez coloridas y apacibles comunidades conforman este Departamento. Lugares de hermosos paisajes y microclima muy especial, ideal para escapar de las grandes ciudades y disfrutar la naturaleza en todo su esplendor.
Un conjunto de poblados, en el corazón de la región norteña, componen este itinerario turístico en el que también se visitan centenarias iglesias y el Castillo de Dionisio. El recorrido costero ofrece cabalgatas, y trekking en la montaña; sumándose propuestas culturales y fiestas que organizan los lugareños, guitarreadas por las noches y mercados en los que se ofrecen dulces, quesos y tapices.
La ciudad de Aimogasta, la tierra pionera en la olivicultura nacional que se remonta a 427 años, también es un pilar en la elaboración del torrontés riojano, cuya cepa autóctona permitió posicionarse también a nivel internacional.
Ya en Arauco, múltiples propuestas apasionan al visitante por recorrerlo. En Santa Teresita, un oasis de aguas surgentes con temperatura de hasta 42° no sólo ofrece sus propiedades terapéuticas en el marco de un paisaje único y privilegiado, sino también el equilibrio que esta zona de montaña propone en una ecuación perfecta de pasividad y remanso, a tan solo 106 km de la capital provincial.
Complejo termal en Santa Teresita. Foto: Gentileza Turismo La Rioja.
Más adelante y ubicado en un barrial, se puede practicar Carrovelismo y Kitebuggy en Vientos del Señor. Una extensa superficie de suelo arcilloso se funde con el cielo en un infinito horizonte, formando un mágico escenario natural.
Dejando Ruta 60 e ingresando al tramo de la mítica Ruta 40 por suelo riojano, llegamos a San Blas de los Sauces, donde el pasado originario legó el Sitio Arqueológico de Hualco, en el extremo norte de las Sierras del Velasco. Se trata de una ciudad de piedra construida hace más de mil años y que aún hoy conserva la magia de tiempos ancestrales, generando un combo de experiencias inolvidables.
El Valle de Chañarmuyo
Una parada obligada al continuar viaje es llegar a Chañarmuyo, pequeño poblado en el corazón del Departamento Famatina, que se encuentra tras atravesar Pituil, sitio mundialmente conocido por su grapa, la misma que recibió el Papa Francisco cuando unos riojanos llegaron a la Plaza San Pedro en Ciudad del Vaticano. El visitante puede conocer la producción desde los alambiques y luego degustar de los mejores productos regionales.
El Valle de Chañarmuyo es un oasis en medio de un desierto rocoso y de escasa vegetación que se encuentra rodeado por la Sierra del Paimán, de más antigüedad que la vecina Cordillera de los Andes, en el noroeste riojano. Por las noches, un manto con incalculables estrellas lo cubre todo con su abrazo de magia y misterio. Eternas y brillantes se reflejan en el espejo del embalse de las ricas y puras aguas del deshielo cordillerano que traen los ríos Blanco y Durazno, que luego riega las tierras sedientas. La excelencia de los vinos de altura (1.700 m s.n.m.) corona el mejor menú en la Casa de Huéspedes, que invita a recorrer la bodega y caminar por entre sus viñedos.
Viñedos de altura en el Valle de Chañarmuyo. Foto: Gentileza Turismo La Rioja.
La altura y el clima seco provocan un microclima que combina días cálidos con noches frías, haciéndolo ideal para el cultivo de nobles vides que se expresan en vinos de un terroir maravilloso que, aún hoy, guarda el recuerdo de los antiguos indios Diaguitas que habitaron sus tierras.
Ubicados sobre los 2.500 metros de altura, se encuentran el Cañón del Ocre y la Mina La Mejicana en Famatina. Los tonos ocres oxidados brindados por la presencia de azufre en los componentes de sus rocas, le aportan una peculiar característica. Al costado del camino, un profundo tajo se abre paso entre titánicas montañas color dorado, mientras los rayos del Sol dejan al descubierto excéntricas figuras entre las grietas de los paredones. El río Amarillo se abre paso entre dos montañas, y desemboca en el cauce cristalino de un arroyo, el mismo que mana a borbotones entre la escarcha.
El Departamento Chilecito
Retornando a la Ruta 40 se llega a la Perla del Oeste, el Departamento Chilecito, tras cruzar el Río Capayán, donde paisajes sorprendentes decoran valles colmados de vides que son materia prima de vinos distinguidos en el mundo. El territorio es además custodio de riquezas mineras y agrícolas, entre vestigios de pueblos originarios en su escénica paleta multicolor.
Allí se puede resguardar y fortalecer la fe cristiana al extender los brazos en el Cristo de “El Portezuelo”, ubicado en el cerro homónimo, que se eleva a 16 metros de altura. Se trata una imagen creada por el artista Alejandro Carrizo. Para llegar a ella se suben 200 escalones, en homenaje al Bicentenario de la Patria.
En el predio pueden apreciarse símbolos y signos diaguitas, reflejo de las culturas originarias que habitaron la provincia. Y muy cerquita de allí está el más importante Cactario de Sudamérica, con especies de diferentes partes del mundo, impregnando de interesantes formas al recorrido por sus terrazas montañosas.
Chilecito es un polo productor de vinos. Foto: Gentileza Turismo La Rioja.
Las mejores bodegas se emplazan en la ciudad de Chilecito, las mismas cuyos productos pueden degustarse en una cata a ciegas guiada por estudiantes de Enología en el evento que reúne a los mejores expositores vitícolas del noroeste argentino durante el mes de noviembre, en simultáneo con el Festival Nacional del Torrontés. Diferentes cepas pueden disfrutarse en las visitas enoturisticas, tanto en el casco céntrico de la ciudad como las ubicadas en el interior del Departamento.
El monumental Cable Carril
Con una extensión de 37 km, hoy en ruinas, se encuentra el Cable Carril que cuenta con 9 estaciones que se ubican entre los 1.092 y 4.200 m s.n.m., desde la primera que comienza en la Perla del Oeste y culmina en el corazón mismo del Famatina, desde donde se cargaban las vagonetas. Declarado Monumento Histórico Nacional es otro de los lugares emblemáticos que atestigua no sólo su historia como transporte de la actividad minera en la zona, sino significancia de lo que fuera, por ese entonces, este movimiento por el respaldo económico a la región y el aspecto social. Esta obra de vanguardia tecnológica fue construida por una empresa alemana y se mantuvo en funcionamiento entre los años 1904 y 1929, reemplazando el arcaico acarreo a lomo de mula y posibilitando el dinamismo de la minería riojana.
El Cable Carril es una obra incomparable. Foto: Gentileza Turismo La Rioja.
Es considerado el más largo de América y el segundo en el mundo, cuenta con 262 torres, 9 estaciones y 650 vagonetas, y supo contar con una de las primeras líneas telefónicas del país. Hoy es Monumento Nacional, y en su Estación Nº 1 alberga el Museo Cable-Carril, donde se exhibe una muestra detallada de elementos que componen las distintas partes de la gigantesca obra, como así también libros, cuadernos y anotaciones que testimonian la presencia de los obreros que trabajaron allí, algunos de los cuales dejaron su vida en las profundidades de la montaña.
El magnífico escenario natural por el que atraviesa la construcción es aprovechado actualmente para la realización de turismo de aventura, trekking, safaris fotográficos, turismo minero y geológico, además de la admiración reflexiva de tan imponente obra. Así, el aspecto cultural y el turístico se unen para darle vida al lugar y dar a conocer al país y al mundo el patrimonio que enorgullece a los riojanos.
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