Opinión Moira Corendo* 27 de abril de 2019

“No pasa nada, eran unos negritos cabeza”

Nos expresamos cotidianamente mediante representaciones sociales que se constituyen

Un joven recolector murió al ser atropellado por un conductor que aparentemente corría una picada a contramano. La víctima fatal, circulaba en motocicleta luego de salir de trabajar junto con su novia, que se encuentra internada con graves heridas. Después de atropellarlos y luego de ser dejado en libertad, se burló de la situación en sus redes sociales y además expresó en un audio para sus amigos: “No pasa nada, eran unos negritos cabeza”.

¿Qué lleva a una persona a exponer todo en sus redes sociales a pesar de una situación tan limite como la descripta? ¿Qué lleva a justificar lo injustificable mediante una frase discriminatoria y perversa, donde deja claro que la vida no tiene el mismo valor para todos, donde hay ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda a los que no se les debe respeto y donde la vida de algunos sujetos es tan poco valorada como cuidada?

¿Qué lleva a una persona a exponer todo en sus redes
sociales a pesar de una situación tan limite como la descripta?

Nos expresamos cotidianamente mediante representaciones sociales que se constituyen, tal como lo detalla Moscovici, es un modo particular de conocimiento que tiene como función la elaboración de comportamientos y la comunicación entre individuos a partir de un sistema de valores, nociones y prácticas. La internalización de las representaciones sociales se produce de diferente manera de acuerdo a los grupos sociales a los que se pertenezca, así como el sujeto está determinado por relaciones que son a su vez, la resultante de la interacción entre individuos, grupos y clases; de igual manera lo están las representaciones sociales que se construyen a partir del lugar en los medios de producción a los que se acceda.

Esto hace reflexionar en cómo se es desarrollada la subjetividad de un individuo al que se le denomina “negrito cabeza”, entre otras cosas, al que permanentemente se lo discrimina por su color de piel, por sus zapatillas, la música que escucha, su actividad laboral. Estamos naturalmente habituados a escuchar expresiones como:

“Que negra de mierda, va ella y los tres pibes en la moto”

“Tiene hijos para cobrar los planes, planera de mierda”

“Son negros, no tienen qué comer, pero se compran un tv led”

“Hacen cosas de negros, se gastan todo lo que les pagaron en la semana en asado y vino”

Quizás lleva a sus hijos en una moto, con todos los peligros que eso conlleva, consciente absolutamente de los mismos, pero urgida por las circunstancias, ¿y si no tiene ni para el colectivo y su único medio de transporte es la moto?, quién sabe si en realidad no tiene con quien dejar a sus niños, o esté huyendo de algo peor que la espera en su casa y salió con lo puesto y lo más preciado que tiene, quizás alguno de sus hijos esté enfermo. ¿Tiene hijos para cobrar los planes sociales? Tal vez el motivo sea que sus hijos son lo único que siente propio, lo único que a lo largo de los años la ha mantenido con fuerzas, con ganas de seguir adelante, aún en la más estructural de las pobrezas, se levanta y sigue luchando por darles una vida mejor, posiblemente no sienta un poder de lucha más grande que unos ojitos vidriosos expresando: “mamá tengo hambre”. ¿Por qué no debieran comprar un tv led? Están insertos en el mismo sistema económico que todos y pueden elegir qué hacer con su dinero, sea mucho o poco, nadie debe cuestionar dónde lo destina.

Probablemente lo que sí debamos cuestionar el tipo de enseñanza que se recibe de la Institución Educativa y de los medios de comunicación hegemónicos, plenamente funcionales al sistema económico que permite adquirir un tv led. Destinar a asado y vino todo el ingreso obtenido en su semana laboral está mal visto por ojos enjuiciadores, pero esos ojos que critican, seguramente esos ojos no tengan que pasar toda la semana soportando condiciones laborales precarizadas y deplorables, a veces también humillantes, donde para lo único que alcance sea para vino y asado y también para soportar un poco la vida que les toca, que no parece nada fácil ¿no? Tantos quizás como historias de vida que cada quién juzga sin vivirlas, desde la periferia, sin ponerse a pensar que hacemos lo que podemos, todos, hasta aquel que juzga sin clemencia.

¿Y si lo que hacemos es juzgarnos pobres contra pobres,
trabajadores contra trabajadores,
todos miembros de la misma clase social dependiente?

¿Reflexionamos en qué acaso no seamos todos tan distintos? ¿Y si lo que hacemos es juzgarnos pobres contra pobres, trabajadores contra trabajadores, todos miembros de la misma clase social dependiente? ¿Nuestra clase social es tan diferente a aquella que amonestamos, o es la misma sólo más aspiraciones y hasta un poco distante del orden sociohistórico al que pertenecemos? A lo mejor, podríamos comenzar a contextualizar un poco estas situaciones que se generalizan desde una subjetividad colectiva mediante las representaciones sociales que se trasmiten de generación en generación, generando nuevas representaciones sociales que nos permitan ser más inclusivos y contemplativos, tolerantes a las diferencias, en lugar de levantar el dedo acusador que nos sale tan bien.

*Moira Corendo: Psicóloga Social