Las enfermedades relacionadas con la obesidad están entre las principales causas de muerte en el mundo

Sociedad 09 de febrero de 2020 Por El Objetivo
Las enfermedades crónicas y no transmisibles son una preocupación cada vez mayor en todos los países, independientemente del nivel de ingreso. La obesidad casi se ha triplicado desde 1975 en todo el mundo cada año.
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Las enfermedades relacionadas con el sobrepeso se encuentran entre las tres principales causas de muerte Foto: gentileza

A pesar del aumento de la esperanza de vida, el incremento de las enfermedades crónicas y no transmisibles se ha convertido en una amenaza mundial. Cada año en todo el mundo, 15 millones de personas mueren antes de los 70 años debido a estas afecciones, entre las cuales se incluyen dolencias cardiovasculares, distintos tipos de cáncer, diabetes y obesidad.

Las enfermedades crónicas y no transmisibles son una preocupación cada vez mayor en todos los países, independientemente del nivel de ingreso.

"Una de las maneras más eficaces de abordar las enfermedades no transmisibles es aumentar las inversiones en atención primaria de salud asequible y de calidad", dijo el Dr. Muhammad Pate, director Mundial del Departamento de Prácticas Mundiales de Salud, Nutrición y Población del Banco Mundial. "Esto tiene sentido tanto desde una perspectiva sanitaria como económica. Disponer de más recursos para detectar y tratar afecciones anticipadamente, antes de que se vuelvan más graves, salva vidas, mejora los resultados de salud, reduce los costos de atención médica y fortalece la preparación frente a brotes”.

La obesidad es uno de los factores de riesgo más conocidos de las enfermedades no transmisibles, y es una afección en sí misma. En un nuevo informe del Banco Mundial titulado “Obesidad: Consecuencias sanitarias y económicas de un desafío mundial latente" se arroja luz sobre la creciente epidemia de obesidad y sus impactos negativos.

En la publicación se expone por qué el sobrepeso y la obesidad son un desafío mundial latente, especialmente para las personas pobres y aquellas que viven en países de ingreso bajo o mediano, disipando el mito de que se trata de un problema que afecta solo a los países de ingreso alto y a las zonas urbanas. También se presentan muchas de las tendencias actuales referentes al sobrepeso y la obesidad.

Según datos recientes, la obesidad casi se ha triplicado desde 1975 y es responsable de 4 millones de muertes en todo el mundo cada año. En 2016, más de 2000 millones de adultos (44 %) padecían sobrepeso u obesidad, y más del 70 % de ellos vivía en países de ingreso bajo o mediano.

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Los factores que impulsan la epidemia de obesidad se deben en gran medida a los comportamientos y los entornos en los que vivimos. Estos incluyen: fácil acceso a alimentos altamente procesados y azucarados; una disminución de la actividad física que se relaciona con los avances tecnológicos en el lugar de trabajo y en el hogar, y un mayor consumo de alimentos poco saludables que se vincula con frecuencia con el aumento de la riqueza y los ingresos.

La exposición a riesgos ambientales, como la contaminación del aire, y el acceso restringido a servicios básicos también contribuyen de manera importante a la epidemia de obesidad.

En la actualidad, las enfermedades relacionadas con el sobrepeso y la obesidad, como la diabetes, las afecciones cardíacas y el cáncer, se encuentran entre las tres principales causas de muerte en todas las regiones del mundo, excepto en África al sur del Sahara.

"Reducir el sobrepeso y la obesidad es un bien público mundial", dijo Annette Dixon, vicepresidenta de Desarrollo Humano del Banco Mundial. "Abordar este problema de manera proactiva contribuirá significativamente a generar capital humano, asegurar un mayor crecimiento económico y mantener una fuerza laboral saludable y preparada para un futuro productivo".

Costos e impactos de la obesidad

Se proyecta que, en los próximos 15 años, los costos de la obesidad ascenderán a más de USD 7 billones en los países en desarrollo, dejando atrás a los más desfavorecidos.

Por ejemplo, en China, entre 2000 y 2009, los costos de atención médica asociados con la obesidad aumentaron del 0,5 % a más del 3 % del gasto anual en salud del país.

En Brasil, se prevé que tales costos se dupliquen, aumentando de menos de USD 6000 millones en 2010 a más de USD 10 000 millones en 2050.

No se trata solo de los costos de atención médica, sino también de los gastos indirectos derivados de la reducción de la productividad laboral, el ausentismo, la jubilación anticipada, entre otros problemas, que la sociedad y las personas deberán asumir. Por ejemplo, según estimaciones de un estudio, en China los "costos indirectos" del sobrepeso/la obesidad aumentarán del 3,6 % del PNB en 2000 al 8,7 % del PNB en 2025.

Las investigaciones muestran que las actuales inversiones en intervenciones eficaces en función de los costos podrían salvar 8,2 millones de vidas en los países más pobres y generar beneficios económicos por valor de USD 350 000 millones para 2030. Esto equivale a un retorno de USD 7 por persona por cada dólar invertido.

Adaptarse a los cambios demográficos

Numerosos países de todo el mundo se ven afectados ahora por lo que se conoce como la "doble carga de la malnutrición", es decir altas tasas de retraso del crecimiento infantil y mayores tasas de obesidad, comprometiendo aún más su capital humano.

Esta doble carga se traduce en cambios en las estructuras familiares, ya que los miembros de la familia, en particular las mujeres, se convierten en cuidadores de hecho de los adultos mayores. Además, las personas pobres sufren una mayor parte del problema, ya que son más vulnerables a las crisis económicas y sanitarias.

Se proyecta que las enfermedades crónicas y no transmisibles aumentarán para 2030, a pesar de los cambios en el estilo de vida, el envejecimiento de la población y la creciente urbanización. A medida que los países crecen y experimentan cambios en el sistema alimentario, también aumenta la tentación de las personas de consumir alimentos poco saludables y hacer menos ejercicio.

Fuente: Banco Mundial

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