Un hombre ciego junto a dos guías hizo cima en Los Gigantes, una de las cumbres más altas de Córdoba

Sociedad 23 de febrero de 2020 Por El Objetivo
Se trata de Gonzalo Rigali, que tiene 32 años y pudo subir los 2.734 msnm de una de las puntas más altas de Códoba. "Esta fue una experiencia de vida" dijo.
Los Gigantes
Un hombre ciego hizo cumbre en Los Gigantes junto a 2 guías foto: gentileza

Gonzalo Regali, un hombre ciego de 32 años, ha logrado una odisea increíble: hizo cima en Los Gigantes, una de las cumbres más altas de la provincia de Córdoba.

Si bien nunca le huyó a los desafíos, esta experiencia llegó de la mano de dos conocidos, Leandro Bisutti y Lucas Izquierdo lo invitaron a participar del trabajo de tesis para convertirse en guías de montaña. La propuesta era implementar técnicas para poder desarrollar el montañismo adaptado en Argentina.

Regali, contó a Cadena 3: "Fue una experiencia de vida. Tenemos un amigo que nos unió. Yo no conocía nada de este deporte, ni de escalar ni de rapel".

El sábado pasado emprendieron la travesía que duró 10 horas y que implicó un descanso en el Cerro de la Cruz.

Gonzalo Regali explicó: "Yo me llevé una sorpresa porque ellos me lo pidieron. Usamos una barra de madera de tacuara. Uno de ellos iba adelante, yo al medio y otro atrás. Con eso guiaban mi camino y, al mismo tiempo, me daban explicaciones por voz. Eso me permitió subir y bajar con perfecta normalidad.

Esa idea la habían tomado de experiencias que ya se realizaron en España en donde se usaron barras de aluminio.

Regali comentó: "Mi familia al principio entendían que iba a subir a una montaña pero no realmente lo que significaba. Yo mismo no entendí hasta que estuve ahí. Cuando les mostraba las fotos, se quedaron sorprendidos  de todo lo que había pasado".

Al ser consultado sobre qué fue lo que le quedó grabado de esta experiencia, Regali dijo: "El hecho de hacer cumbre fue la finalización de la primera parte de un proceso que empezamos. Eso fue muy lindo. Luego, el hecho de meternos en las cuevas me marcó y fue cuando tome noción y conciencia de lo grande que era".

Durante el descenso, los tres debieron deslizarse haciendo rapel.

"Ahí tuve adrenalina y debí confiar en el aparato técnico de los chicos. Fue la verdadera inclusión. Me brindaron herramientas y me explicaron un par de cosas".

Para poder escalar los más de 2.400 metros que implica la cumbre del cerro, se reunieron unos días en el Club Andino de Carlos Paz a donde practicaron algunas cuestiones básicas.

"Cuando llegamos a lo más empinado del cerro empezamos a comer y pensé que no iba a poder hacerlo. Sentí mucha felicidad. Estaba como en un especie de éxtasis. Me acordé de mucha gente y agradezco mucho a ellos que lo hicieron de manera desinteresada", concluyó.

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