La obesidad y diabesidad, grupos de riesgo frente al COVID-19. Recomendaciones y consejos

Sociedad 30 de marzo de 2020 Por El Objetivo
El incremento global y silencioso de enfermedades crónicas como la obesidad y la diabetes tipo 2, son un agravante en caso de infección por COVID-19. En ambas se debilita el sistema inmunitario por lo que las personas afectadas pertenecerían a grupos de riesgo.
Diabetes-y-Obesidad
En ambas enfermedades se debilita el sistema inmunitario Foto: gentileza

La aparición de la nueva pandemia de COVID-19, causada por el virus SARS-CoV-2 (coronavirus), encuentra un agravante en el incremento global y silencioso de enfermedades crónicas como la obesidad y la diabetes tipo 2. En ambas se debilita el sistema inmunitario por lo que las personas afectadas podrían encontrarse dentro de los grupos de riesgo para contraer COVID-19.

La obesidad es una enfermedad crónica que posee una multiplicidad de factores causales. Entre ellos, un exceso de consumo calórico y sedentarismo casi obligado más una diversidad de factores de riesgo emergentes como la deuda de sueño, altos niveles de estrés, un microbiota intestinal alterada, sustancias que alteran las vías hormonales llamadas disruptores hormonales, entre otros.

Esta enfermedad crónica se caracteriza por una inflamación asociada debido a un exceso de tejido adiposo disfuncional. En la Diabesidad como se denomina a la asociación de obesidad y diabetes tipo 2, existe un órgano constituido no solo por células adiposas sino por una amplia gama de células inmunes (neutrófilos, mastocitos, eosinófilos, células T y B).

Las personas afectadas por la obesidad y diabetes poseen alteraciones en la función inmune. Los hallazgos incluyen: disminución de la producción de citokinas (proteínas antiinflamatorias) función alterada de monocitos y linfocitos (glóbulos blancos que integra el sistema de defensa), disfunción de las células killers o asesinas que destruyen células infectadas, función reducida de macrófagos células encargadas de degradar bacterias y virus y una respuesta disminuida a la estimulación antígenos para enfrentar infecciones.

Un reciente informe emitido por el Banco Mundial advierte sobre el aumento exponencial de la obesidad y muestra cómo se está convirtiendo en un problema, no sólo para la salud sino también para el desarrollo económico, sobre todo en países emergentes. Los números son claros: del total de la población mundial, que asciende a 7.500 millones de habitantes, más de 2.000 millones se encuentran afectados por esta enfermedad. Esto representa a más de un cuarto de las personas del planeta.

Las muertes anuales ocasionadas por la obesidad superan los 4 millones, un número que se triplicó desde el año 1975. Esto se debe al efecto causal que la obesidad tiene sobre múltiples trastornos como la diabetes, la hipertensión arterial, ciertos problemas cardíacos, el cáncer, la depresión y la osteoartritis, entre otros. Este incremento en la mortalidad advierte sobre el drástico camino que se está transitando en todo el mundo, que transformará a la obesidad en una bomba de tiempo si no se toman medidas eficaces a corto y mediano plazo.

Durante muchos años se consideró al sobrepeso y la obesidad como problemas que sólo afectaba a países ricos. En la actualidad, renombrados profesionales de la salud indican justamente lo contrario. El informe del Banco Mundial señala que el 70% de los adultos obesos o con sobrepeso viven en países de ingresos medianos o bajos. En paralelo, se registró un aumento del 55% de la incidencia en zonas rurales, desmitificando que es un problema exclusivo de países ricos y de zonas urbanas.

La existencia de múltiples desencadenantes convierte a esta enfermedad en un complejo problema sanitario. La obesidad se convirtió en una de las tres mayores causas de muerte y, según expertos del Banco Mundial, si no se toman medidas responsables, los índices seguirán en aumento. En este contexto, la actividad física es uno de los principales factores determinantes para combatir la problemática. Actualmente, el mal uso de la tecnología está reemplazando el trabajo físico, el deporte y los juegos, lo que contribuye a una vida sedentaria y a la proliferación de hábitos poco saludables.

América Latina comparte números alarmantes: desde 2016 se estima que 6 de cada 10 adultos padecen obesidad, al menos 4 de cada 10 mujeres y más de 3 de cada 10 hombres mayores de 20 años tienen sobrepeso.

Datos de la 4° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, elaborada por el Ministerio de Salud y el INDEC y publicada en el 2019, indican la prevalencia de exceso de peso por autorreporte (sobrepeso + obesidad) fue de 61,6%, comparativamente superior a la 3ra edición de la ENFR (57,9%) y evidenciándose que la tendencia se mantuvo en ascenso al comparar con las tres ediciones previas. La prevalencia de exceso de peso fue mayor en el grupo de varones respecto del de mujeres (68,5% vs. 55,0%) y presentó un marcado aumento con respecto a la edad, manteniéndose estable a partir de los 50 años.

El Banco Mundial prevé que, en los próximos 15 años, los costos de la obesidad ascenderán a más de 7 billones de dólares para los países en desarrollo. En este sentido, resulta indispensable comprender que se trata de un problema de salud pública que afecta a toda la población.

Por eso, la organización insta a los Gobiernos a tomar medidas rigurosas y actuar rápidamente en un enfoque integrador e intersectorial. Esto incluye la capacitación de personal educativo, modificación de entornos escolares y laborales, incentivos al consumo de alimentos saludables y a la actividad física, la regulación del marketing en alimentos, la educación de educadores, la implementación de huertas urbanas y mercados que acerquen al consumidor y productor, considerar dentro de la curricular educativa la capacitación en alimentos y obesidad, la adopción de un perfil nutricional, el etiquetado frontal simple de alimentos y políticas fiscales que incluyan subsidios asociados a gravámenes.

Recién cuando podamos lograr una verdadera conciencia sobre el valor de adoptar hábitos saludables, potenciados por políticas públicas transformadoras, podremos prevenir el aumento de la obesidad en las próximas generaciones. De lo contrario, nos espera un futuro donde esta problemática tendrá un protagonismo cada vez mayor y alarmante; que atentará, aún más, contra la expectativa de vida, la salud, la calidad de vida de las personas y los sistemas de salud en todo el mundo.

¿Qué pasa con los alimentos y el avance del coronavirus COVID-19? ¿Cómo cuidamos nuestra salud en este momento crítico donde tener las defensas altas es vital para dar pelea a un virus que recién estamos conociendo cómo se comporta?

Hasta el momento no existe ninguna evidencia concreta de transmisión del COVID-19 a través de alimentos, aun así, tanto EFSA, Entidad Europea de Seguridad Alimentaria, como FDA, han pedido especial cuidado en la manipulación de alimentos, la higiene de manos, la higiene de los utensilios de los alimentos y todo aquello que viene en bolsas y paquetes que uno trajo de lugares donde si puede estar circulando el virus.

El agua y el jabón son elementos fundamentales para la higiene personal, fundamental el lavado de manos.  Si bien para el lavado de frutas y vegetales no existe una recomendación formal de ninguna entidad en este tema, deben lavarse muy bien con agua y jabón, agua y detergente o se las pela para comerlas sin cáscara. En el caso de las verduras de hoja no está mal el uso de la lavandina para su lavado, son 2 gotas por litro y se debe dejar 30 minutos. Respecto a las latas de conservas siempre limpiarlas con toallitas antisépticas, o un trapito con lavandina.

Importante para el tema alimentos: a 48 o 50°grados el virus muere, con lo cual todo aquello que pudo estar expuesto si lo ponemos en un horno común, microondas o en una olla y a hervir ya no tiene riesgo de coronavirus.

A la hora de tener una alimentación rica en vitaminas es importante recordar que la mitad de la comida debe ser fruta y verdura, la que les guste y variado. Reforzar la vitamina C en nuestro organismo es muy importante, ya que es lo único que tiene cierta evidencia de mejorar el desarrollo de células T, linfocitos T, de mejorar toda la formación y el aumento de Interferón y de mejorar Interleuquinas antinflamatorias. Otra vitamina muy importante es la A que esta básicamente en lo que tenga caroteno, es decir zanahorias, calabazas, zapallos, duraznos, etc.

Los que no puedan tener acceso a verduras y frutas porque no tienen la posibilidad de salir, pueden complementar su refuerzo con suplemento vitamínico mineral, que tienen un poco de todo, al menos tres veces por semana. o vitamina C sola.

Respecto a otros alimentos es importante comer e incorporar a nuestra alimentación proteínas, que son elementos fundamental para defendernos, todos los anticuerpos y muchas otras sustancias importantes como las citoquinas que participan de la inflamación derivada de un virus o bacteria,  son proteínas con lo cual, el que come carnes debe continuar comiendo carnes, preferentemente pescados grasos, el que no come carnes puede ingerir clara de huevos, quesos y lácteos y los veganos deben considerar un buen aporte de semillas nueces y cereales con legumbres, como por ejemplo arroz con arvejas  y quinoa o soja.

Otro elemento fundamental para el sistema inmune son las grasas buenas, básicamente las derivadas del Omega 3, que se encuentra en los pescados grasos como es la sardina, caballa, atún y salmón. En caso de no poder consumir pescados, por gusto o por alergias, existen capsulas de Omega 3 como suplementos.

Un elemento que consta de mucha evidencia sobre inmunidad son los betaglucanos, que son un tipo de hidrato de carbono que están en la avena y la cebada, asique en estos momentos todo lo que se pueda consumir de avena o cebada es una buena manera de reforzar la inmunidad.

Y por último incorporar probióticos, en Argentina no existen suplementos con muchos probióticos, que son gérmenes muy benéficos para la salud, tienen la capacidad de sobrevivir más allá de la acidez del estómago en nuestro intestino y reforzar nuestra inmunidad, la manera de incorporarlos es con alimentos fermentados, cualquiera de ellos, por ejemplo: chucrut, kimchi, kéfir, kombucha, miso y lo más común en Argentina es un yogurt con probióticos.

Que esta cuarentena no genere una mayor prevalencia de obesidad, estamos frente a una epidemia infecciosa aguda pero detrás sigue estando la epidemia silenciosa, la epidemia de muerte lenta que es la obesidad. Si no podes con tu estilo de vida alimentándote de una manera lógica, ejercitando desde tu casa, manejando las emociones, sin usar comida, hay dos fármacos nuevos en el mercado: un inyectable y por otro lado un comprimido que es una combinación de Naltrexona-Bupropión, por supuesto ambos con receta médica.

Es de vital importancia remarcar que hay que hacer un algo de movimiento en casa, lo que puedan, si tienen una cinta o una bicicleta mejor, si tienen una soga y son jóvenes pueden saltar una soga, inventen lo que sea, pongan música y bailen, jueguen con los chicos si tienen chicos, caminen alrededor del pasillo, pero muévanse o limpien la casa con la técnica del doble balde, primero agua y detergente y después agua y lavandina. Manejen las emociones, recuerden que respetar las emociones es vivir mejor y entender que es lo que me pasa para tomar decisiones.

Como conclusión hay que mantener una alimentación saludable y variada que incluya frutas, verduras, legumbres, cereales, proteínas, avena, cebada, fideos de trigo candeal, quinua, alimentos que contengan probióticos como los ya mencionados y grasas buenas y complementarlo con actividad física.

Por Dra. Mónica Katz

Te puede interesar