Argentina: entre la impaciencia social y la falta de políticas para el desarrollo
El Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) se define como “un centro de estudios, independiente y sin fines de lucro, especializado en la temática del mercado laboral; el sistema educativo y de capacitación laboral; la seguridad social; el sistema de salud y la asistencia social”. Esta entidad investiga y formula “propuestas técnicamente rigurosas, implementables y con influencia concreta en las políticas públicas del país y la región”.
En el marco del 40° aniversario de la recuperación de la Democracia en la Argentina elobjetivo.com.ar entrevistó al presidente de IDESA, Jorge Colina, para tratar de desentrañar las razones que generaron este presente que, sin dudas, no es el deseado por los habitantes de esta tierra.
- ¿Cómo evalúa la evolución de la situación social de la Argentina en este proceso de 40 años de Democracia?
- Ha sido un fracaso. Las evidencias están a la vista. La Argentina comenzó la Democracia con un problema de pobreza que en aquel momento preocupaba. Estimaría que la cantidad de pobres estaba por el 20 por ciento a comienzos de la década de los ’80, y hoy estamos yendo al 50 por ciento. Ha sido una etapa en lo que lo positivo ha sido que la Democracia es muy fuerte. Está muy fortalecida, es transparente, no está cuestionada. Y lo negativo es que del punto de vista económico el país no pudo lograr encontrar el camino para el desarrollo. Y creo que gran parte de la culpa la tiene la coparticipación de impuestos, porque eso es un régimen muy arbitrario, en donde el régimen de coparticipación chupa recursos de los sectores de las provincias más productivas y se los regala a las provincias menos productivas que son las del norte, con lo cual no hay ningún incentivo en las provincias para apostar al crecimiento. Es decir, las provincias productivas, Córdoba es un caso; no tienen ningún incentivo a crecer porque todo recurso adicional se lo va a chupar la Nación para dárselo a las provincias del norte. Y las provincias del norte no tienen ningún incentivo a crecer porque les llueve la plata de la coparticipación. La coparticipación es una cosa que nació en el año 1988, transitoriamente, o sea que nació con la Democracia. No se la quiso revisar y yo creo que hoy, ese mal incentivo que pone a los gobernadores, a los intendentes, ha hecho de que la Argentina esté inmersa en la decadencia económica.
Jorge Colina, presidente de IDESA. Foto: YouTube Canal C.
- ¿Se puede inferir que este problema de la coparticipación se debe a que no se generó un proyecto de país equilibrado como para explotar las potencialidades?
- No es un proyecto de país. Se generaron malos incentivos. La provincia de Chaco, la provincia de Formosa, no tienen ningún incentivo a desarrollarse si a ellos les llueve la plata desde Buenos Aires con la coparticipación. Automáticamente, todos los días les llega. Por eso es que son provincias subdesarrolladas. Pongo de ejemplo, la provincia de Jujuy tiene litio. El litio no va a significar más recursos fiscales para Jujuy, más allá de que la provincia le pone un impuesto provincial. Pero todo lo que sea en el IVA, Ganancias, Impuesto al Cheque, que genera el litio se viene al gobierno nacional, que lo esparce por todo el resto de las provincias.
- Con la reforma constitucional del año 1994 se planteó la necesidad de tener una Ley de Coparticipación Federal. Ahora, en 2023, todavía no tenemos una ley, un encuadramiento legal de la coparticipación. ¿Esto implica que no hubo voluntad política para modificar las cosas?
- No hubo voluntad política. Y además hubo desidia política, porque se cree que se necesita unanimidad de todas las provincias para tener una nueva ley de coparticipación y eso no es así. La Ley de Coparticipación es un acuerdo entre las provincias que está lejos de requerir que sea unánime, o sea, puede ser la mayoría de las provincias que van hacia un nuevo acuerdo tributario y fiscal en donde generen un nuevo mecanismo de distribución de distribución de los impuestos nacionales.
- Dentro de lo que es el campo de la investigación que desarrolla IDESA también está el tema educativo. ¿Cuál es, desde su punto de vista, el panorama que tenemos en el país en estos 40 años? ¿Hubo avances, hubo retrocesos, cómo lo evalúa?
- Hubo muchos retrocesos. Las evaluaciones educativas internacionales comenzaron a hacerse en el año 2000, y ahí Argentina aparecía en el liderazgo de América Latina. Son pruebas que se hacen los chicos de 15 años, de lectura y matemáticas. Argentina estaba primera. Por detrás estaban Chile, Brasil, Uruguay. Y 20 años después, en el 2021, que fue la última prueba, Argentina está quinta al nivel de Perú. Es decir que el sistema educativo argentino ha tenido una involución que ha hecho que los chicos pierdan aprendizajes y esa es una materia de la Democracia. La Democracia ha abierto la posibilidad de los paros docentes y la verdad es que hubo un abuso de paros docentes. Se estima que, en todo lo que va desde la recuperación de la Democracia hasta acá, el sistema educativo ha perdido cerca de dos años lectivos en paros docentes. Eso tiene que pegar en la calidad.
Foto: Archivo.
- Hubo algunos hechos en estos años, en la época de Alfonsín se hizo un Congreso Pedagógico Nacional, luego en el gobierno de Menem se sancionó la Ley Federal de Educación. ¿Todas estas acciones no tuvieron ninguna aplicación concreta como para sostener el sistema educativo?
- No, porque la educación en Argentina es una función provincial. Es decir, de nada sirven los Congresos Nacionales, las leyes nacionales, cuando la responsabilidad por la educación es de cada gobernador. Las escuelas son de las provincias, los docentes son empleados públicos provinciales, entonces cada provincia tiene que resolver su problema educativo en su territorio. Y ahí es donde las provincias no asumieron esa responsabilidad y por eso hoy tenemos la crisis que tenemos. Y le sumamos el problema adicional que el gobierno nacional apaña a sindicatos docentes nacionales, caso CTERA, que lo único que hace es generar conflictividad en las provincias, cuando ni siquiera tienen representación, porque los docentes son provinciales, no son nacionales. Ahí es donde comienza la anarquía de los paros docentes, que fue letal para la calidad educativa.
- Usted utilizó la palabra fracaso al comienzo de la charla. ¿Es reversible?
- Sí, todo fracaso es reversible. Hoy no se ve el método, pero seguramente que hay un método. Lo que sí es seguro es que lleva tiempo. Lleva tiempo porque los chicos que hoy están terminando sexto grado tienen bajos niveles de educación. La mayoría de ellos no saben leer, escribir, sumar, restar como corresponde para un chico de sexto grado. Hay mucha deserción en la secundaria, y adultos que no terminan la secundaria. No tienen muchas posibilidades de insertarse en el empleo productivo. Al no tener ese acceso al empleo productivo no hay inversiones productivas, porque no hay gente, y entonces cada vez más personas quedan viviendo de la asistencia social. La mitad de los chicos de hoy van a tener que vivir también en la informalidad y la asistencia social. Entonces el cambio o la reducción del fracaso comienza con los chicos que van a venir.
- Usted acaba de usar una palabra que también parece que es clave en la situación del país: la informalidad. Se dice que el 50% de la economía argentina es en negro. ¿Usted cree que si se atacara directamente este problema, si se dieran las herramientas como para formalizar esa parte de la economía, se podría recuperar un poco el terreno perdido?
- La informalidad no se puede atacar porque la informalidad es producto de la decadencia económica, entonces la informalidad hay que revertirla revirtiendo la decadencia económica, y para eso hay que ordenar el Estado para no tener inflación. Entonces un Estado ordenado, sin inflación, genera inversiones productivas, y las inversiones productivas son lo que permite crecer a la economía y eso permite generar empleos formales. Entonces es un camino que hay que transitar que comienza desde el ordenamiento del Estado para poder erradicar la inflación.
Desarrollo industrial. Foto: Archivo.
- Esta última frase suya me lleva a lo que mencionó antes: la necesidad de tiempo. Algo que tal vez, en la urgencia de la crisis, no hubiera…
- Lo que no hay es paciencia. La gente quiere y el político promete cambiarle la vida para bien mañana, cuando no es posible.
- ¿Entonces lo que necesitamos, más que buenos discursos o proyectos de los políticos, es la paciencia de la sociedad para revertir la situación?
- Buenos proyectos económicos para salir adelante, a sabiendas que esos proyectos toman tiempo en madurar y que hay que trabajar mucho y que no hay que esperar resultados en corto plazo. Hay que trabajar, trabajar para reconstruir. Y que va a llevar posiblemente un par de generaciones para empezar a ver los frutos de un trabajo sostenido a favor del crecimiento económico.