El papa Francisco “pasó una noche tranquila”, según informó el Vaticano, aunque su estado de salud sigue siendo crítico.

Internado en el Policlínico Gemelli de Roma desde el 14 de febrero, el Sumo Pontífice sufrió una crisis respiratoria asmática prolongada, lo que requirió oxígeno de alto flujo. Además, los análisis revelaron trombocitopenia y anemia, por lo que se le administraron transfusiones de sangre.

A sus 87 años, el papa permanece bajo tratamiento intensivo y su pronóstico continúa reservado, lo que genera preocupación en el Vaticano y el mundo católico.