Café de Letras, la alternativa para escribir desde lo profundo del ser

En este mes de agosto arrancó un nuevo ciclo del Taller de Escritura Creativa Café de Letras, que coordina la licenciada en Antropología, Silvia Attwood. Los encuentros se realizan en distintos puntos de la ciudad y todavía quedan lugares para sumarse a esta actividad creativa.
El Taller tiene en este momento cuatro grupos, los días lunes, martes, miércoles y jueves. El día miércoles es un taller virtual a distancia, y los días lunes, martes y jueves las actividades son presenciales.
Todavía hay cupo para sumarse a los talleres presenciales de los días lunes y jueves, de 19 a 21. En el primer caso, la convocatoria es en 9 de julio 1701, Edificio Alas, local 1, barrio Alberdi. También se puede acceder por Deán Funes 1685. Mientras que los jueves la reunión es en Vélez Sarsfield y Duarte Quirós, tercer piso, en la Sala de Lectura de la Facultad de Ciencias Exactas. Los martes la cita es en la Biblioteca Córdoba.
Sobre esta experiencia creativa El Objetivo dialogó con Silvia Attwood, la coordinadora del ciclo. “El Taller de Escritura Creativa Café de Letras tiene 15 años de vida y cada año nosotros al terminar el ciclo editamos un libro con los textos que se elaboraron en el Taller por parte de los integrantes. Es un proceso maravilloso porque cada uno y cada una se encuentra allí en esas páginas”, comenzó diciendo.
Foto: Gentileza.
“A lo largo de los meses y de las consignas vamos reforzando, mejorando, aprendiendo mutuamente. Creo como docente del taller que hay una mutua transferencia a la hora de la aprender y del enseñar”, recalcó.
“Cada encuentro de 2 horas consiste en una consigna que yo doy. Durante la primera hora escribimos y en la segunda hora leemos en voz alta, que también es parte del ritual, un ritual antiquísimo, porque por si no lo sabían, hace muchos siglos atrás la lectura era en voz alta. Las personas que sabían leer y escribir tomaban un libro y leían en voz alta o en un cierto volumen de voz para poderse oír. Aquí leemos en voz alta y nos escuchamos”, explicó. Esta modalidad genera en el grupo la posibilidad de escuchar y compartir las opiniones, propiciando el proceso de mejora de la calidad de los textos elaborados por los participantes.
“Escribimos prosa fundamentalmente, pero también, cuando aparece la poesía por supuesto que la puerta está siempre abierta. Dentro de la narrativa trabajamos con relatos, cuentos cortos, micro relatos, incluso también la escritura de cartas, como también una forma de literatura. Y en cuanto a la poesía, en general es poesía día de versos libres, donde no hay rima y no hay que ceñirse a la cantidad de sílabas por verso que pueda tener cada poema que se escribe” detalló.
Foto: Gentileza.
“Se llama Café de Letras porque solemos tomar café, pero también está la posibilidad de que cada uno lleve su termo, su mate, sus galletitas. Y la última clase de cada mes hacemos un análisis de texto de algún texto de autor o autora en lo posible latinoamericanos y particularmente argentinos y también textos de escritores y escritoras cordobeses porque la intención en esta última clase siempre es poder ver cómo escriben otros autores consagrados o que ya tienen una trayectoria en publicaciones, en premios y demás. Luego de ese momento de análisis de lo que otros escriben hacemos después un ejercicio de escritura en base a palabras que nos hayan impactado o frases o atmósferas que nos hayan impactado de esas lecturas previas y análisis en clase que hemos hecho”, precisó.
“El Taller Café de Letras es obviamente un lugar donde nos encontramos las personas para escribir y para escucharnos, pero también ante todo es un espacio de muchísimo respeto, donde tenemos en cuenta que mostrar lo que escribimos, leer en voz alta lo que escribimos es una de las formas de la desnudez y en ese sentido siempre en cada encuentro vamos a abrazarnos con la ética del respeto hacia esa desnudez que tan generosamente ponen en juego quienes leen. Entonces, hay que redoblar esa generosidad con la escucha atenta, con la escucha respetuosa y ante todo sabiendo y practicando que las palabras, el lenguaje, de alguna manera o de muchas maneras nos salvan”, destacó.
“También es un taller que, en estos momentos tan difíciles que vivimos en Argentina, es sin dudas un pequeño nido donde somos pájaros, donde encontramos un poco el refugio, donde nos abrazamos, donde la e-motricidad, es decir, el movimiento de las emociones, se pone en circulación, donde más de una vez lloramos, también nos reímos mucho y sobre todo aprendemos a descubrir que, a través de la escritura, las personas somos como galaxias y siempre tenemos algo nuevo para mostrar, algo nuevo para aprender. Y en esto del aprender y del enseñar tenemos clara conciencia entre todes que todos sabemos algo, todos ignoramos algo, por lo tanto todos. todas y todes aprendemos. Una gran consigna que nos ha dejado Paulo Freire”, concluyó la coordinadora de Café de Letras.