Macellato: una historia de amor, trabajo y compromiso irrenunciable con la calidad
La historia de Macellato es tan simple como profunda. Es una historia que arranca de una familia enraizada en el campo del este cordobés, que atesoró las tradiciones de los inmigrantes italianos que poblaron la región. Y en este tiempo, a todo eso se le sumó el conocimiento, la tecnología y la capacidad emprendedora.
José Alberto Armando es el patriarca de una familia que se puso como norte recuperar un proyecto fallido y transformarlo en la floreciente empresa de estos días. Hombre de campo, apasionado con lo que hace, nos cuenta cómo arrancó la exitosa realidad que vive la empresa que integra a su grupo familiar.
“Somos productores agropecuarios y en ese momento producíamos cerdo. Entonces, para no tener que mandar los cerdos al frigorífico, siempre la idea fue industrializar. Se dio la oportunidad de comprar estas instalaciones, que eran de un proyecto trunco, que no lo habían terminado de hacer. Así que la compramos, la terminamos de hacer, la equipamos con la maquinaria de punta y ahí arrancamos, elaborando con recetas tradicionales de nuestros abuelos y con la tecnología de punta”, relata.
Foto: Gentileza.
La fábrica de Macellato tiene aproximadamente 400 metros cubiertos, con una sala de elaboración de 60 metros cuadrados. José Armando repasa los detalles que hacen que la planta cumpla con las exigencias técnicas y de calidad, habiendo llegado a certificar sus productos como libres de gluten y aptos para celíacos.
“Tenemos cuatro cámaras, un secadero automático de tres salas de terminación, todas refrigeradas y con control de temperatura y humedad. En cuanto a la maquinaria, tenemos picadora, balanzas, amasadora, una embutidora hidráulica, la máquina para envasar al vacío, una cocina hidrostática; todo controlado con una computadora para regular las temperaturas”, enumera.
Más allá de la tecnología, Macellato tiene el valor agregado de ser un emprendimiento familiar con todas las letras. José y su esposa, Alejandra, se conocieron cuando estudiaban en el IPEA N° 14, la legendaria escuela agrotécnica de San Francisco, que formó a tantos productores, técnicos y profesionales que día a día trabajan en los campos del país, “haciendo Patria”, como se suele decir. Ellos, que supieron afrontar juntos los avatares de la vida del productor rural, y sus hijos, Melisa y Alberto, junto a Felipe, el esposo de la joven, son el núcleo de esta empresa, que en total emplea a 8 personas en forma directa.
Foto: Gentileza.
“Los primeros meses cada uno tenía sus propias actividades, luego coordinamos entre todos los horarios, los sábados, los domingos, hasta acomodar las máquinas, hacer algunas pruebas, hasta que nos decidimos y en octubre del 2016 estuvimos en condiciones de salir al mercado”, apunta José.
“Felipe, que es ingeniero en alimentos, se incorporó full time, junto a su hermano, que es técnico, también full time. Yo prácticamente también estoy como full time. Melisa, que es ingeniera agrónoma, se ocupa de la administración, y Alberto, que es veterinario, es el director técnico para cumplir con las exigencias de SENASA”, enumera el empresario sanfrancisqueño.
Foto: Gentileza.
Consultado sobre por qué tienen tan buena repercusión sus productos, José Armando es contundente: “Defendemos a muerte la calidad, nunca perdimos ese concepto. Y todo lo hicimos trabajando, haciendo el boca a boca para que nos conozcan”.
Macellato se sumó a diversos eventos gastronómicos en el país, participando de delegaciones de la provincia de Córdoba. Fue en una de esas ocasiones que se logró el reconocimiento como el mejor salame en la Exposición "Caminos y Sabores", en la Rural de Buenos Aires. Actualmente sus productos se pueden encontrar en San Francisco, en la ciudad de Córdoba, en localidades de las Sierras de Córdoba, y se están abriendo mercados en Buenos Aires y Mendoza, entre otros puntos del país.
Foto: Gentileza.
Hablando de las características de los productos, José indica que se respetan las recetas familiares, “porque son centenarias y muy tradicionales acá en esta zona de inmigración piamontesa”. “Después le fuimos poniendo tecnología para tener una seguridad alimentaria en cuanto a higiene y controles de temperatura, siempre tratando de que todos los procesos sean lo más naturales posible. Con eso mantenemos la calidad, los sabores y después otra característica importante es que todos los productos que elaboramos se hacen únicamente con carne de cerdo. También que certificamos la fábrica como libre de gluten, eso fue también otro proceso importante”, agrega.
Mostrando el espíritu emprendedor que caracteriza a este proyecto, José Armando define el camino a seguir: “La idea fue siempre crecer muy de a poco, a paso firme, y sin renunciar a la calidad, buscando nichos de mercado, que realmente valoren al producto y es ahí adonde apuntamos, los almacenes gourmet, los comercios de delicatesen, todos esos lugares”.
Macellato crece, asentada en la fortaleza de la familia, en la convicción irrenunciable por la calidad, y en la constancia tan propia de nuestra gente de campo, de trabajar día a día por el objetivo.