Un programa que une y representa a los cordobeses

Opinión23 de marzo de 2024 Por Myrian Prunotto
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PAICOR

Fabián Lazarte tenía apenas 12 años cuando conoció a Eduardo César Angeloz. El mismo Lazarte contó muchas veces en medios radiales que, en aquel lejano final de 1983, estaba parado en la puerta de su escuela de la localidad de Quilino, esperando a sus hermanitos, cuando el entonces candidato radical a gobernador se le acercó y le preguntó si había comido.

El pequeño Fabián le contó que no había podido comer porque eran seis hermanos y se turnaban para hacerlo. Entonces, Angeloz le prometió que eso no iba a sucederle nunca más… y cumplió.

Lazarte tiene ya más de 50 años y vive en la provincia de Buenos Aires, pero jamás olvidó aquel día en su Quilino de la infancia cuando volvió a comer junto a todos sus hermanos en torno a una mesa… Una mesa del Paicor.

Detrás de toda acción de Gobierno hay siempre historias de vida como las de Fabián y sus hermanos, y el Paicor es una acción que ha cosechado cientos de miles de historias como esta, en cada rincón de la provincia.

Por eso el Paicor representa tanto para nosotros, se ha convertido en un símbolo de la solidaridad de los cordobeses, un valor transversal que compartimos radicales y justicialistas y que quedó plasmado en la decisión de José Manuel de la Sota, primero y de Juan Schiaretti después, al sostenerlo y cuidarlo como lo habían hecho sus antecesores radicales, Angeloz y Mestre.

Como mujer radical, como mamá de tres hijos, y como integrante de esta alianza, junto al gobernador justicialista Martín Llaryora, siento y he comprobado que el Paicor es una de las tantas cosas que siempre nos unieron, por eso tiene tanto valor emocional para mi, ya que confirma una decisión y un rumbo: sostener las ideas de quienes nos precedieron y avanzar juntos, sin importar los partidos ni ideologías de donde venimos, porque la gente espera que superemos las diferencias y sigamos para adelante.

Estos 40 años que cumple el Paicor son una de las tantas cosas que demuestran que los cordobeses siempre supieron elegir a sus gobernantes y que sus gobernantes supieron respetar, cuidar y hasta mejorar lo que estaba bien hecho.

Es nuestro deseo que algún día todos y cada uno de los niños cordobeses pueda comer en su casa, en familia, pero mientras haya un sólo niño que, como aquel pequeño Fabián, no pueda hacerlo, el Paicor seguirá llegando hasta el lugar donde se encuentre, para que pueda obtener la nutrición que demanda su desarrollo y pueda contarle a las generaciones que le sucedan que creció en una provincia donde su calidad de vida importaba más que cualquier diferencia partidaria.

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