China exhibe su poderío militar y reconfigura el mapa mundial con un desfile histórico en Beijing

China volvió a ser epicentro de atención internacional tras desplegar un imponente desfile militar en la Plaza Tiananmen, en el marco del 80° aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. El presidente Xi Jinping encabezó la ceremonia acompañado de dos invitados de peso: el mandatario ruso Vladimir Putin y el líder norcoreano Kim Jong Un. La postal buscada fue clara: exhibir una alianza política y estratégica que reconfigura los equilibrios de poder en el tablero mundial.
Tecnología militar y mensaje geopolítico
Durante el desfile, Pekín mostró armamento de última generación, entre ellos misiles hipersónicos capaces de evadir defensas, drones submarinos, vehículos autónomos y la “tríada nuclear” con capacidad de ataque desde tierra, mar y aire. La magnitud del evento, el más grande desde 2015, no solo fue un despliegue de fuerza, sino también un mensaje directo hacia Washington y sus aliados.
Xi Jinping lo sintetizó en un discurso que osciló entre advertencia y desafío: “La humanidad debe elegir entre la paz y la guerra, el diálogo o la confrontación”.
Un nuevo eje de poder
La presencia conjunta de Xi, Putin y Kim fue leída como la consolidación de un frente común contra la influencia occidental. Rusia y China vienen estrechando lazos en energía, defensa y comercio, mientras que Corea del Norte aporta el factor disruptivo con su desarrollo nuclear. Este trípode geopolítico se planta como contrapeso frente a Estados Unidos, la Unión Europea y sus socios en Asia-Pacífico.
El desfile no solo mostró armas, sino también la voluntad de Pekín de liderar un bloque alternativo al orden global nacido tras la Segunda Guerra Mundial. La narrativa de Xi busca posicionar a China como potencia central de un mundo “multipolar”, en el que Occidente ya no tiene la última palabra.
Repercusiones internacionales
Analistas en Washington, Bruselas y Tokio advirtieron que la exhibición militar china marca un punto de inflexión. Para muchos, es una advertencia clara de que las tensiones en torno a Taiwán, el mar del Sur de China y la seguridad cibernética podrían escalar en los próximos años.
A su vez, la demostración de poder busca enviar un mensaje interno: consolidar el liderazgo de Xi ante su pueblo y reforzar la idea de que China está preparada para asumir el protagonismo en la escena internacional.