Los niños del paco

Opinión 23 de noviembre de 2019 Por Moira Corendo*
Las investigaciones de campo coinciden en señalar que el consumo de sustancias psicoactivas comienza cada vez a edades más tempranas.
DrogaPaco

Se considera consumo problemático de sustancias cuando el mismo afecta la salud, las relaciones interpersonales, laborales y de índole legal; sin embargo, en cuanto a los niños y adolescentes se refiere, siempre es considerado consumo problemático dado el grado de vulnerabilidad que presenta su aparato psíquico en desarrollo y la inmadurez de su sistema biológico.

Las investigaciones de campo coinciden en señalar que el consumo de sustancias psicoactivas comienza cada vez a edades más tempranas, manifestando que el inicio se realiza con sustancias legales y, principalmente, con las bebidas alcohólicas entre los 11 y 13 años de edad. No obstante, las estadísticas no siempre son tan precisas, Manuel tiene 13 años y está sentado en el escalón de una casa consumiendo paco de un inhalador hecho con una tapita de gaseosa. Hijo de un padre que lo abandonó a sus dos años, una madre sumisa y depositaria de todos los tipos de violencia existentes, hijastro de un padrastro que lo maltrata, no va a la escuela porque trabaja todo el día limpiando vidrios en una esquina a 30 cuadras de su casa. Al preguntarle porque fuma paco, responde: “Porque así no tengo hambre, ni sueño, no lloro, no pego”. Sólo 13 años y acaba de dar una respuesta tan honesta y despiadada que expone la problemática del consumo en todo su esplendor de multicausalidades.  

En Perú, en la década del 70, se comienza a observar el consumo de una nueva sustancia que se fuma y no se esnifa, realizada durante el paso intermedio del clorhidrato de cocaína y que ya se conocía en ese momento en la jerga policial como “pasta”. Más barata y sencilla de realizar, por lo tanto, utilizada en capas sociales más vulnerables.

En Perú y Colombia el consumo aumenta exponencialmente, debido a la prohibición y el control de la venta del acceso a los precursores químicos que se usan para la elaboración del clorhidrato de cocaína en esos países, las fábricas de procesamiento se desplazan hacia otros países sudamericanos como Chile, Argentina, Uruguay y Brasil. Y por supuesto, nosotros los argentinos, que no podemos resistirnos a los negocios ilegales y fáciles, le levantamos las barreras a los narcotraficantes.

Argentina se constituye así, en el país con mayor consumo de paco de toda América. Las cocinas familiares en los barrios crecen día a día y podemos encontrar allí una dosis de paco al mismo precio y con la misma disposición que un paquete de galletitas. Resulta comprensible entonces como los niños, en contextos socio económicos más vulnerables, comienzan antes con el consumo problemático.

"Argentina se constituye así, en el país con mayor consumo de paco de toda América."

Si para Manuel, sirve para no sentir el hambre y todas las consecuencias que esto acarrea, al menos por un rato, significa que la sustancia viene a ocupar el lugar dejado por un Estado ausente, cuyo centro de poder involucra la desidia y el abandono de la mano de la pobreza estructural, la falta de educación y de posibilidades a una vida digna. La sustancia que se esgrime también para no sentir sueño, pero al mismo tiempo para dormir el dolor que provoca todo aquello que no se tiene: una comida caliente, una caricia que sostenga, una mirada que acompañe, un adulto en el que descansar, que se haga cargo de la difícil vida que toca transitar. Del mismo modo le sirve para tapar las lágrimas que a veces se transforman en violencia por no saber qué hacer con ellas y otras en resistir estoico la misma violencia, pero ahora infligida por otro sobre su cuerpo, pensando así que en algún momento cesará.

Quien debe brindar sostén es quien vulnera su psiquismo una y otra vez, fragilizándolo y haciéndole entender desde tan pequeño, que, si alguien que debería amarlo, lo golpea brutalmente, ya no puede esperar nada del resto. Teniendo en cuenta sus condiciones concretas de existencia y su tejido vincular, ¿qué le brinda la sociedad a Manuel que pueda competir con el placer, momentáneo y efímero, pero placer al fin, que le otorga el paco?

Lejos de mí está el justificar el consumo, pero sí me parece necesario, antes de levantar el dedo acusador y señalar, que es lo que mejor nos sale, contextualizar la situación por la que atraviesan los niños con problemas de adicciones y como adultos, no olvidarnos que todos, hasta los más negadores, tenemos situaciones que quisiéramos tapar con alguna solución mágica, algo que nos anestesie un rato y nos evite el sufrimiento. Hacemos lo que podemos con ese sufrimiento, igual que Manuel, la diferencia sólo radica en que algunos tienen más herramientas y oportunidades que otros.

Los motivos para refugiarse en las sustancias son tan disimiles como complejos, pero todos están relacionados con la carencia y su imposibilidad de soportarla. Ponernos en el lugar del otro, entendiendo sus razones, sus necesidades, ayuda a ser empático con el sufrimiento ajeno, que en definitiva no es tan ajeno; tampoco alcanza solo con eso para ayudar a Manuel y a tantos, pero por algo tenemos que empezar ¿no?; en definitiva, eso ya es bastante más de lo que hace el Estado por los niños del paco.     

*Moira Corendo: Psicóloga Social

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