La República Argentina y el modelo de país que elegimos hace tiempo
Durante la campaña electoral rumbo al balotaje se impulsó el mensaje de dos modelos de país en pugna. Como tantas otras falacias que se dijeron en estos tiempos y desde hace muchos años, muchos dirigentes políticos argentinos pretendieron embaucar nuevamente al pueblo argentino.
Tuvo que ser, sorprendentemente, uno de los integrantes del llamado “Círculo Rojo” quien trajo al escenario de los últimos días de campaña la mención de algo tan sencillamente vital como la Constitución Nacional. Además mencionó algunos de esos valores que figuraban en los libros de Instrucción Cívica del siglo pasado.
Desde 1983, con el llamado convocante de Raúl Alfonsín y su “rezo laico”, el Preámbulo de la Constitución Nacional, nadie se molestó demasiado en este tiempo de recordar que la cancha ya está marcada, que las reglas están establecidas, que el modelo de país es uno, y solo uno, el auténticamente inclusivo, el firme defensor de los derechos humanos, el promotor del trabajo y de la iniciativa de los ciudadanos.
Durante gran parte de los 40 años que pasaron desde el 83 hubo sectores políticos que pretendieron imponer su hegemonía sobre el pueblo, atacando a la Constitución Nacional, la de 1853 y la reformada en 1994. Son ellos los que hablaron de dos modelos en esta elección presidencial.
El pueblo recupera cada día de elecciones el ejercicio de la soberanía. Este domingo se eligió al representante del pueblo que ocupará la Jefatura del Estado. El mandato es para que ejerza la gestión del Estado durante los próximos cuatro años, en el marco de la Constitución Nacional, del modelo de país que tenemos, que está legitimado porque fue redactado por los representantes del pueblo.
En las horas posteriores al cierre del comicio se habla de esperanza. La esperanza debe ser empezar a respetar esas reglas de juego, ese “modelo de país” del que nos han alejado las ambiciones personales y grupales que los que han pasado por la función pública.