Democracia en Argentina ¿mito o realidad?

Opinión15 de diciembre de 2019 Por Federico Lozzano*
Latinoamérica en general, y Sudamérica en particular, están siendo golpeadas por vientos turbulentos, y me atrevería a decir huracanados, en lo que respecta a lo social e institucional.
Alfonsín

La cuestión democrática en la Región y Argentina

Latinoamérica en general, y Sudamérica en particular, están siendo golpeadas por vientos turbulentos, y me atrevería a decir huracanados, en lo que respecta a lo social e institucional.

Por caso, nuestro país vecino, Chile, ya lleva aproximadamente 40 días de protesta social con niveles de violencia inéditos entres las fuerzas de seguridad y la ciudadanía. Otro ejemplo claro, es el de Bolivia, que, a causa de supuestos fraudes perpetrados para mantener a Evo Morales en el poder, se encuentra atravesando una crisis similar a la chilena por la violencia, pero distinta en sus orígenes.

Doy cuenta de estos dos ejemplos, que son casi los más emblemáticos de estos últimos meses de 2019; dado que se han desarrollado en paralelo fuertes protestas y manifestaciones en Uruguay, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, en donde todas las estructuras institucionales han fallado en sus propósitos más elementales: responder a conflictos de diversas índoles a través de canales pacíficos y transparentes; y, además, salvaguardar los intereses de la sociedad en su conjunto.

En este contexto, la Argentina se ha mantenido sólida institucionalmente hablando, a pesar de la existencia de numerosas fallas, y luego de las elecciones generales del 27 de octubre del corriente, ha iniciado un proceso de transición hacia el cambio de gobierno. Desde el año 2015 la Argentina es gobernada por la coalición “Cambiemos” con Mauricio Macri como Presidente, y a partir del 10 de diciembre de 2019 como resultado de las elecciones mencionadas, el nuevo Presidente será Alberto Fernández, cabeza de fórmula del Frente de Todos.

Y es ante estos hechos, que nos encontramos frente a un contexto histórico, en el que por primera vez en muchos años un gobierno no peronista finaliza su mandato de manera constitucional y democrática, y entrega los atributos presidenciales de manera ordenada y bajo el mando civil. Por esto, es importante hacer un breve repaso a la historia reciente de nuestro país, para comprender los desafíos que nos esperan en el futuro.

Democracia en la Historia contemporánea Argentina

La República Argentina a lo largo de su historia ha sufrido un gran número de fracturas institucionales, en distintos momentos y con diferentes resultados.

En este punto, es sumamente relevante hacer referencia a una cuestión central que ha caracterizado la vida política e institucional de la Argentina desde la sanción de la Ley Sáenz Peña en 1912 y hasta 1983 con el retorno formal a la democracia, y esto es: que nuestro país ha vivido en este período la intermitencia constante entre gobiernos de facto (Dictaduras Militares) y gobiernos civiles designados mediante elecciones. Esto, en muchos ámbitos es denominado como “democracias electorales” en donde lo único que se garantiza es la realización de un proceso eleccionario que designe autoridades. Pero, dichas elecciones no siempre estuvieron, en el caso argentino, libres de fraude, proscripciones u otras falencias.

Y, es a partir de 1983 que realmente asistimos como sociedad a un proceso de profundización de la calidad de nuestra democracia, fortaleciendo las instituciones y las prácticas democráticas que exceden ampliamente a los procesos electorales; más allá, de que las elecciones en sí mismas sean preponderantemente el foco de atención.

A partir de esta aclaración, se hace un repaso histórico que da cuenta de lo expuesto en párrafos previos.

Así, hacia 1930 el General José Félix Uriburu daba inicio a un período de constantes intervenciones militares sobre los gobiernos civiles constituidos por mandato popular y bajo la tutela de la constitución.

De este modo, según Sidicaro (1985) es posible diferenciar dos momentos claves en el trajín histórico: el primero, es el lapso entre 1930 y 1955 tiempo en el que si bien hubo golpes de estado (1930 y 1943) a continuación de estos se volvieron a conformar gobiernos civiles con relativa estabilidad. Mientras que, luego de 1955 con el derrocamiento de Juan Domingo Perón, el país vivió constantemente entre cortos períodos democráticos y gobiernos de facto que actuaban completamente fuera de los marcos de la Constitución Nacional.

El momento más oscuro y desolador, lo constituyó el golpe militar de 1976 que designó a Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti como la Junta Militar que se encargaría de gobernar el país a partir de ese momento. Y la realidad demostró que la Dictadura Militar que se extendió desde 1976 a 1983 fue claramente distinta de las anteriores, caracterizándose por un ejercicio de la violencia y la persecución sistemáticos y sin precedentes.

Las principales características de este gobierno de facto, como bien señala Luis Romero (2004), radicaron en la clandestinidad de sus actos, la práctica de la represión nocturna, la persecución de cualquier idea opositora, y la implementación de un plan económico ultraliberal (liderado por José Martínez de Hoz), fundado en la especulación financiera y la apertura comercial total.

Por otro lado, este gobierno de facto sufrió internamente conflictos de intereses entre los diferentes líderes de las 3 fuerzas armadas que componían la junta, lo cual fue el hecho determinante que iría debilitando su poderío. Es historia conocida los delitos y crímenes cometidos por la Dictadura en sus 7 años de duración, pero el hecho que coronó su fin, fue el de llevar a la Argentina a la Guerra contra el Reino Unido por las Islas Malvinas. Este hecho, fue en otras palabras, el que terminó de quitar cualquier vestigio de legitimidad al gobierno de facto, si es que alguna vez la tuvo.

Pero, según señala Sidicaro (1985) en un apartado de la obra ¿Cómo Renacen las Democracias?, la principal diferencia de la dictadura de 1976-1983 fue que ésta se politizó a niveles nunca antes vistos, lo cual generó tensiones entre las mismas fuerzas en el ámbito político y en el económico. Esto complicó gravemente la relación con el sector civil, en tanto en las instancias dictatoriales anteriores los gobiernos militares funcionaban como entes autónomos y técnicos que solucionaban problemas de fondo y luego convocaban a elecciones; mientras que el Proceso de Reorganización Nacional no tenía los mismos objetivos.

Por lo tanto, debía empezar a pensarse la forma para culminar con este proceso, y de limitar completamente el accionar político de las fuerzas armadas sobre la vida política e institucional de la nación.

Es importante remarcar, que hacia el final de cada ciclo dictatorial que se vivió en el país, cada gobierno de facto permitía la intervención y concertación de los partidos políticos y la sociedad civil, de modo que se logre una transición a elecciones libres, y un gobierno democrático. Así, hacia 1983, se constituyó la “Multipartidaria”, que culminaría con las elecciones en las que resultó electo presidente Raúl Alfonsín como candidato de la Unión Cívica Radical.

El principal rol de Alfonsín fue el de la transición democrática, es decir, devolver al país las instituciones y la tradición constitucional de respeto por la democracia, lo cual se había desvanecido en algún momento del siglo XX por el creciente rol e intervención de las fuerzas armadas en las actividades políticas.

El ideal de la administración de Alfonsín en palabras de Rut Diamint (2008), fue ser categórico en cuanto a la postura que debía asumirse contra los responsables del proceso, iniciar las instancias judiciales correspondientes contra estos últimos, pero hubo un fallo en el cálculo de los costos políticos de dichas acciones, y años más tarde debió sancionar leyes que quitaran responsabilidad a algunos de los culpables, colocando al Presidente en una situación sin salida.

Reflexiones sobre la Democracia Argentina

A pesar de todos los vaivenes desde la vuelta a la democracia, la sociedad argentina ha logrado construir con aciertos y errores instituciones civiles que se encuentren por encima de las fuerzas armadas, estando estas últimas subordinadas a las primeras.

Y uno de los hechos que cobraron relevancia, además de toda la labor argentina en materia de derechos humanos, fue la sanción de la Ley N° 26.323 que declara al 10 de diciembre como el “Día de la Restauración de la Democracia”, en conmemoración al día en el que Raúl Alfonsín asumió el cargo y lideró una época de cambio en nuestro país.

Desde 1983 en adelante, como país hemos vivenciado innumerables conflictos sociales, políticos y económicos, actualmente estamos atravesando varios de ellos, pero la institucionalidad no se ha perdido, y este 10 de diciembre volveremos a experimentar un cambio de gobierno, con el aditivo de que es entre diferentes expresiones partidarias, lo cual es un valor agregado, y demuestra un crecimiento y madurez como nación. En otras palabras, y pese a la grave situación económica y social que vive la Argentina, se ha logrado como nación respetar ciertas reglas que permitan continuar con ciertos patrones y reglas comunes a pesar de diferencias políticas e ideológicas.

Además, ser uno de los pocos países que en la región ha podido evitar estallidos de violencia por diversas cuestiones, y mantener los canales republicanos y democráticos es de inmenso valor para la estabilidad general de la sociedad.

Finalmente, la enseñanza que tomamos de las experiencias históricas de la Argentina en el siglo XX, y sobre todo a partir del fracaso del último intento político de las fuerzas armadas desde 1976 a 1983, con la perspectiva de estos 36 años ininterrumpidos de vida democrática, el país ha logrado construir lo que el sociólogo Ricardo Sidicaro (1985) denominó “la vía argentina a la democracia”. Esto lo construyó una clase dirigente realmente comprometida con poner fin a las intervenciones militares y a garantizar los más básicos derechos del ser humano en su vida social, y en instaurar prácticas democráticas que sean las garantes de que el poder reside en el pueblo y sus representantes.

Sin embargo, esta vía argentina a la democracia no está acabada, mucho menos agotada, por lo que queda mucho por mejorar y desarrollar, pero la estabilidad democrática fundada principalmente en la celebración de elecciones libres y periódicas es un primer paso de gran relevancia para transitar hacia una democracia plena, con instituciones fuertes y representativas de la sociedad que las elige.

*Federico Lozzano: Licenciado en Relaciones Internacionales y docente en la Universidad Siglo 21.

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