8 de marzo: el feminismo y su camino recorrido

Opinión 08 de marzo de 2020 Por Moira Corendo
En la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas realizada en Copenhague, se presenta por primera vez la propuesta de conmemorar al 8 de marzo, como el Día Internacional de la Mujer.
8m

En 1910, en la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas realizada en Copenhague, se presenta por primera vez, la propuesta de conmemorar al 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, teniendo como objetivo la promoción de la igualdad de derechos, incluyendo el sufragio femenino. 

Las mujeres, por encontrarse históricamente en desigualdad de condiciones sociales con respecto a los varones, se han visto obligadas desde tiempos remotos a luchar, a oponer resistencia a los procesos avasallantes que las obligaban a permanecer calladas y subordinadas. Las matrices de aprendizaje que ha impuesto el patriarcado conviven en cada una de las mujeres, pero al mismo tiempo, hay ideas contradictorias que logran que se pongan en discusión los mandatos sociales. Así es como, lo sepamos o no, vamos cuestionando nuestra manera de pensar y de vivir a cada paso. Claro que esto no ha sido un proceso breve, sino que conlleva el atravesamiento de muchas generaciones que nos precedieron, a la distancia podemos observar cómo las mujeres han sido el motor de cada contingencia social; no obstante, en las últimas décadas es donde ha emergido con mayor impulso y visibilidad la lucha femenina. 

En tiempos de la Revolución Francesa, las mujeres ya tenían un papel preponderante tomando las calles, debido a que no se les permitía estar presentes en las asambleas políticas utilizaban como recurso la movilización. Allí se produce la primera concientización colectiva de destrato hacia sus derechos ya que los derechos, las libertades y consecución jurídica otorgados por la Revolución Francesa, no contemplaban a las mujeres.

Deciden entonces, comenzar a gestar el “movimiento sufragista” en Europa y Estados Unidos, siendo este el eje más importante del movimiento feminista. Los albores del feminismo comienzan a mostrarnos el camino, pero no es hasta la segunda guerra mundial donde se produce un fenómeno social que se convierte en el preludio de la lucha por la equidad de género que vislumbramos en la actualidad: los varones debían ir a los campos de batalla y las mujeres ocupar los espacios laborales que ellos habían dejado, además de sus obligaciones familiares.

La guerra termina, los hombres que vuelven están dañados psicológicamente, otros continúan desempeñando sus trabajos, pero ellas permanecen siendo el sostén, emocional y a su vez monetario, en muchos casos. Los años van pasando y a esas mujeres, luego de probarse a sí mismas que podían trabajar y ocuparse de su casa al mismo tiempo, les resulta poco atractivo volver a estar recluidas sólo a las tareas del hogar.

Es allí cuando algunas logran continuar insertas en el mercado laboral, poco a poco se industrializan empleos y oficios catalogados como “de mujeres”: costura, cocina, limpieza. Fueron ellas las primeras en darse cuenta de la doble opresión que el patriarcado ejercía: por un lado, trabajar en un mundo de hombres con la desigualdad como premisa y por otro, continuar con la absoluta responsabilidad del hogar.

Se principia a naturalizar este acto y se firma un contrato tácito social con sus parejas que implicaba la “autorización” de trabajar, pero con la condición indisoluble de continuar con todas las tareas y los compromisos que implicaba la familia. El precio que pagaban era alto, pero lo valía a cambio de un poco de independencia, de libertad. Quizás ese momento bisagra se convirtió en el primer conflicto hacia sus matrices de aprendizaje, los varones pelearon allí su guerra, pero las mujeres comenzaron la suya: la guerra contra el patriarcado. 

Ellas son las que allanaron el camino para que hoy podamos seguir pugnando por nuestros derechos, estamos orgullosas del lugar que el feminismo va ocupando y tratando de construir un sistema social nuevo, no obstante, para ello es menester escucharnos, respetarnos, permitir que las diferencias nos nutran, discutiendo y sustentándonos de las discrepancias, aprendiendo unas de otras. Aprovechar el enorme movimiento social actual para incluir a los varones que paulatinamente se van deconstruyendo y cuestionando su accionar de masculinidad hegemónica, la caída del patriarcado no debe ser solo una lucha las mujeres, sino de todos.

Honremos a tantas muertes que nos acontecieron, esto nos es sólo por nosotras, también es por Olimpia de Gouges, muerta en la guillotina por expresar: “Los derechos naturales de la mujer están limitados por la tiranía del hombre” (año 1791), por Juana Azurduy en 1816 y su ejército de 200 mujeres “Amazonas”, por Flora Tristán en 1842 escribiendo: “La mujer es la proletaria del proletariado”, por las 129 trabajadoras que murieron en el incendio de la fábrica Cotton en 1911 debido a que los dueños habían cerrado las puertas hacia las escaleras para evitar robos, por Marielle Franco quien decía en 2017: “Me propongo actuar colectivamente para garantizar los derechos en un espacio tan machista como el Estado”, por el colectivo “Ni una menos” que logró quitarle el velo ocultador a la violencia de género, por las que les roban la voz, el cuerpo, la vida asesinadas cada 23hs.; por las próximas generaciones, por todas y cada una. 

Te puede interesar

Boletín de noticias

Te puede interesar