Redes Sociales: hipercomunicación sin conexión

El desarrollo tecnológico nos brinda herramientas para encontrarnos comunicados con cualquier parte del mundo en el momento que lo deseemos, con varias personas a la vez, con más funcionalidad y practicidad para nuestra vida cotidiana.
Los avances tecnológicos son necesarios, nos hacen la vida más fácil; en ocasiones, nos resulta inevitable utilizarlos, sucumbimos ante las redes sociales y acaso no lo sean tanto; sin embargo, por más hipercomunicación que tengamos, no alcanza para desarrollarnos socialmente. ¿Por qué nos esforzaremos en exhibir nuestra felicidad en redes sociales? Pareciera que sólo están permitidos los momentos gratificantes, el viaje, la salida, la comida sabrosa, ¿será que lo hacemos buscando la aprobación inconsciente a aquellas cosas que no nos hacen tan felices?, ¿nos sentiremos tan solos que pensamos que mostrando esa foto estamos más acompañados?
"¿Por qué nos esforzaremos en exhibir nuestra felicidad en redes sociales?
Pareciera que sólo están permitidos los momentos
gratificantes, el viaje, la salida, la comida sabrosa."
Tal vez, publicar la parte agradable de la vida es un mecanismo de defensa para no asumir que la vida es sólo eso, vida, con buenos y malos momentos, con angustias y frustraciones, con alegrías, con decepciones, con matices. ¿O será que estamos tan atiborrados de ésta cruel realidad que intentamos mostrarnos felices para contrarrestarla un poco y poder continuar? Resguardados en nuestro impreciso perfil, nos atrevemos a decir las peores barbaridades que personalmente no expresaríamos jamás. Quizás es la manera que encontramos de pronunciar todas las adversidades que fuimos acumulando a lo largo de la vida y que como no pudieron ser expresadas a quien correspondían en tiempo y forma, son depositadas en desconocidos con brutal honestidad y sin ninguna consideración.
Sea por el motivo que fuere, las redes sociales y su inmediatez, nos están dificultando la comunicación eficaz. La contrariedad de la hipercomunicación se produce cuando, por algún motivo, ésta no se da como el emisor lo desea provocando así, ansiedad, se chequea el celular asiduamente, se verifica la conexión de wifi, cuesta concentrarse en otras actividades cotidianas. Dependientes absolutos de cuanto dispositivo electrónico se encuentre a nuestro alcance no nos damos cuenta que paulatinamente vamos dando prioridad a las comunicaciones digitales y dejando de lado el contacto cara a cara.
No existe manera de conocernos a nosotros mismos sino es mediante la resultante de la interacción con otros, los otros son nuestro espejo y ese espejo nos devuelve una imagen totalmente diferente con cada persona que nos relacionamos. Comunicarse es un acto complejo porque no sólo somos nosotros y nuestro receptor, sino que, en una conversación, por más nimia que sea, se encuentran todas las personas que formaron parte de nuestra vida y la del otro comunicador, los vínculos anteriores que nos constituyeron, las experiencias, nuestra historia, el orden socio histórico al que pertenecemos; por consiguiente, interpretar a otro ya es lo bastante dificultoso como para adicionarle la tecnología a ese acto social.
En cada articulación comunicativa involucramos procesos simbólicos a los que adjudicamos diferentes singularidades y significados, ponemos en marcha nuestra capacidad de desciframiento; ante la misma situación, todos vamos a descifrar de manera diferente recurriendo a nuestros registros comunicacionales, siempre nos encontramos comunicando algo; por más que intentemos evitarlo, nuestra sola presencia ya lo hace.
"No existe manera de conocernos a nosotros mismos
sino es mediante la resultante de la interacción con otros,
los otros son nuestro espejo y ese espejo nos devuelve una
imagen totalmente diferente con cada persona que nos relacionamos."
La interacción cara a cara nos permite poder expresarnos, pero con la intención de que será receptado tal y como quisimos decirlo, observando detenidamente el rostro de la persona con la que estamos hablando, escuchando atentamente el tono de voz de su respuesta, pudiendo rectificar lo mencionado si el mensaje no fue comprendido, entendiendo el contexto en que la conversación se produjo. Los 10 chat activos que tenemos al mismo tiempo con obligaciones laborales, con memes, con contenidos que van reglando nuestra vida, no pueden ser más importante que una conversación de verdad, que poder observar los gestos que manifiesta la persona con la que estamos hablando, poder mirarnos a los ojos, percibir la emoción, la tristeza, la alegría, el sonido de la risa.
Pensando en las generaciones ulteriores, aquellas que ya nacieron hiperconectadas, cuyo desarrollo tecnológico es asombroso, pero que se inhiben al tener que interactuar concretamente con alguien, bajan la vista, se miran las manos en señal de timidez, hablan bajo; tal vez esto sea evidencia de una gran fragilidad en sus habilidades sociales; por ello, nosotros, que nacimos sin tecnología y nos fuimos adaptando a ella por el camino, posiblemente seamos los que debamos otorgarles herramientas a esas generaciones más jóvenes para que en un futuro no tan lejano, no se encuentren desinstrumentados socialmente.
Por: Moira Corendo
Psicóloga Social