Memes y estándares de belleza

Opinión 19 de julio de 2020 Por Moira Corendo
Los memes se utilizan para decir lo que, sin mediar el humor, no se podría expresar.
TrastornosAlimenticios

Un estudio realizado por la Sociedad Argentina de Nutrición determina que, durante la cuarentena, el 56,9% de la población ha aumentado de peso, en un promedio de 3 kilos.  Las causas que se atribuyen a este fenómeno son la comida entre horas, el estilo de vida sedentario y la disminución de la actividad física; sin embargo, la ansiedad y el estrés pueden funcionar como disparadores para el aumento de peso debido a la ingesta emocional que genera el aislamiento, el miedo a la enfermedad covid-19, la falta de ingresos que en tantos hogares ha provocado la cuarentena, la incertidumbre, la ausencia de certezas a la hora de proyectar; todos estos factores inciden al momento de llevar una vida saludable.

Las redes sociales son un bálsamo en medio tanta inseguridad emocional, las vemos y nos informamos, nos comunicamos, pero sobretodo nos reírnos. Estamos inundados de memes que sirven para decir lo que, sin mediar el humor, no se podría expresar, para aliviar la ansiedad acumulada por la angustia, para liberar el desasosiego que nos produce la amenaza de no poder planificar. Asimismo, detrás de ese humor hay muchos emergentes sociales, uno de los memes que más circula está referido a la preocupación mencionada por el aumento de peso durante la cuarentena, cantidades y cantidades de imágenes recibimos al respecto, muy ocurrentes y graciosas que nos sacan una sonrisa en medio de tanta noticia dolorosa; entonces, podemos detenernos a pensar qué se esconde detrás de la necesidad de compartir esos memes con otros para que también los disfruten. Lo que posiblemente escondan sea el miedo concreto y real a engordar y lo que eso significa para la subjetividad. Bajo ese miedo se encuentra el dolor por las burlas y las críticas gordofóbicas que atraviesan esta sociedad regida por estándares de belleza, crueles y severos, que dejan por fuera a más del 80% de la población, mujeres en su gran mayoría, determinando al mismo tiempo, que un cuerpo bello, es un cuerpo delgado. 

El inconsciente miedo a engordar deja ver la fragilidad yoica que se desarrolla ante las críticas por no encontrarse dentro de la media de belleza definida socialmente, pero al mismo tiempo, aflora viejos dolores que se han padecido ante la discriminación. El hecho de engordar implicaría traer al presente viejas heridas del pasado donde no se tenía herramientas psíquicas para afrontarlas y quizás incluso, las burlas que nosotros mismos hemos realizado a otros; involucraría, por tanto, comprender que hemos lastimado. Se comparten los memes porque nos han resultado gracioso, pero al mismo tiempo, hay un mensaje que se está expresando en el mero hecho de compartirlo y puede estar relacionado con la burla hacia sí mismo, como mecanismo defensivo ante las posteriores burlas, algo así como un mensaje subliminal que exprese: “te estoy avisando que engordé y que me rio de mí mismo para que vos no tengas que hacérmelo notar”. Ese adelantamiento deja claro el dolor que causan en el psiquismo los comentarios en forma de burla sobre el cuerpo y la habilitación normalizada a que cualquiera puede opinar sobre el cuerpo de otro.

Aunque la belleza no es un valor en sí misma, cada vez más mujeres se sienten disconformes con su cuerpo; los medios de comunicación, la industria de la moda, deportiva, alimenticia, del espectáculo y el entretenimiento están atiborrados de imágenes explicitas y simbólicas, de mujeres que sí entran dentro de los parámetros de bellezas, lo que va creando en el resto, expresiones de deseo intrasubjetivas de fracaso cuando no logran ser alcanzadas. Ver una foto de Jimena Barón donde sus abdominales marcados son el foco, no tiene por qué ser un parámetro de belleza para niñas y adolescentes que la siguen en sus redes sociales, sin embargo, lo es. Esas niñas y adolescentes tienen como anhelo obtener ese cuerpo y en sus psiquismos, aún en construcción, no pueden discernir que no es posible obtenerlo comiendo y bebiendo de todo como la actriz y cantante lo pregona.

Es así como comienzan a esforzarse sin obtener esos resultados y la frustración aparece en torno a sus cuerpos de niñas todavía, los trastornos alimenticios se ven como alternativa, se comienza a odiar al propio cuerpo, a verlo como algo lejano, criticable, cosificable, que no es parte de su persona, como a algo que hay que modificar para ser feliz. Las representaciones sociales de escucha cotidiana también contribuyen a fomentar estos estereotipos, expresiones como “No llego al verano”, denotan de manera inconsciente que debemos correr una carrera contra los kilos para poder disfrutarlo, que si no llegas a la meta implica que el verano es sólo para algunos cuerpos, un privilegio de pocos. “Vestite de negro que te queda mejor”, aunque eso implique dejar de lado los colores preferidos, privarse de la ropa que nos gusta en pos del color negro que disimula mejor las imperfecciones del cuerpo, pero ¿cuáles imperfecciones?, todos los cuerpos son diferentes y debemos respetarlos tal y como son.

No obstante, no se trata de buscar culpables, no es responsabilidad de Jimena Barón educar a las niñas y adolescentes, sino un compromiso social que nos involucra a todos y requiere fomentar cuerpos saludables, diversos, sin exigencias físicas ni estereotipos, inclusivos. Al mismo tiempo, somos los padres y figuras de sostén, quienes debemos acompañar en el crecimiento y contrarrestar de alguna manera, el bombardeo de información y publicidad con normas de belleza alcanzables solo para unos pocos. Intentar enseñar a querer el propio cuerpo, a ponerlo en valor, a lograr que la escisión cuerpo–mente se integre finalmente, que todos podamos ser diferentes, respetando y nutriéndonos de las diferencias.

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