El camino hacia la perspectiva de género

Opinión 18 de mayo de 2019 Por Moira Corendo*
La mirada inquisidora del otro ha acompañado a las mujeres Travestis, Transexuales y Transgénero desde siempre, desde que la vida les demostró que no todo lo masculino era azul y todo lo femenino rosa.
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A nuestra sociedad, aún en estos tiempos de insipiente insurrección social, le cuesta aceptar, que la perspectiva de género, es la única alternativa hacia el respeto de la comunidad LGBTI, respeto que debería serles otorgado sencillamente porque son parte de lo que somos y nos construimos juntos.

El término Queer adjetiva como “extraño” o “poco usual”, siendo empleado para designar a personas que no se identifican con el modelo organizativo establecido. Este modelo implica estereotipos falocéntricos privilegiando lo masculino en la construcción de la subjetividad, heteronormativos y binarios, es decir aceptando sólo dos posibilidades, varón o mujer. Que el significado de “queer” denote extrañeza ya nos posiciona ante un término discriminativo, aceptado por el colectivo LGBTI, sí, pero no por eso menos denostador. Esto me lleva a pensar cuantas situaciones que han denigrado al colectivo han sido soportadas a lo largo de los años hasta que lograron afianzar su identidad.

En las Escuelas, pese a todo lo que se viene trabajando, el acoso escolar está a la orden del día para cualquier niño que piense distinto, que se vista diferente, que quede fuera de los estándares inconscientes impuestos por la sociedad. Imaginemos cuan grave puede ser entonces, esta situación para un niño o niña con identidad de género, identidad que está construyendo sumergida en el bullying, en la discriminación y en la segregación. ¿Cómo es constituido ese psiquismo que desde que tomó consciencia de quien quería ser, ha sido discriminado y burlado sistemáticamente por quien comparte su cotidianidad?

"¿Cómo es constituido ese psiquismo que desde que tomó
consciencia de quien quería ser, ha sido discriminado y
burlado sistemáticamente por quien comparte su cotidianidad?"

La mirada inquisidora del otro ha acompañado a las mujeres Travestis, Transexuales y Transgénero desde siempre, desde que la vida les demostró que no todo lo masculino era azul y todo lo femenino rosa. El duelo trans por la pérdida de la masculinidad comienza a desarrollarse en su psiquismo con tanto dolor como incertidumbre.

Primero intentaron negar lo que les pasaba mediante un claro mecanismo de defensa que las protegía de esa mirada que se percibe desde el dolor más profundo. Luego las acompañó la ira hacia sí mismas por no poder cubrir lo que son y hacia su entorno por el no entendimiento. Posteriormente, comienza una etapa que podríamos denominar de negociación, donde se consideran algunos lugares como “libres”, allí pueden expresar su sentir sin temor al enjuiciamiento, lo que las va empoderando paulatinamente.

"La mirada inquisidora del otro ha acompañado
a las mujeres Travestis, Transexuales y Transgénero desde siempre..."

Pero esa negociación también implica posibles episodios de profunda depresión, despertados siempre por situaciones discriminativas o de maltrato que sufren, por no poder manifestar su verdadero yo. Hasta que finalmente la aceptación va amalgamando todas estas etapas del duelo por la pérdida del varón que la sociedad esperaba de ellas. El duelo trans está culminando y la identidad de género principia, este varón se reconoce como la mujer que es, la acepta y se enorgullece de ella, ella se ha trasformado y en su transformación habita ese varón que la llevó hasta allí, todo el dolor, la discriminación, la represión y la exclusión que vivió hasta lograr expresar su Yo, su identidad, su orgullo. Totalmente fortalecida, reverdece y sigue luchando, pero ahora desde otro lugar, desde la seguridad que ella es valiosa, única.

Pero su lucha recién comienza, los prejuicios que imperan sobre ellas, continúan conformando su subjetividad. El Estado las espolea una y otra vez a la prostitución como único medio de vida, desarrollando sólo políticas públicas travestofóbicas. Postularse para un trabajo o capacitarse es prácticamente una tarea quimérica debido a los preconceptos que la sociedad ejerce sobre los sujetos con Identidad de Género. Vaciándolas de sus aprendizajes, de sus historias, de lo que construyeron para lograr ser quienes deciden ser, estigmatizándola como fuera de las leyes naturales, leyes biologicistas y reduccionistas que se limitan a contemplar únicamente al varón y la mujer en su capacidad reproductiva. Son invisivilizadas como sujetos de derecho pese a la iniciativa de la ley 14783 “Diana Sacayan” referida al cupo laboral trans. Una sociedad oprobia que hace de lo abyecto un mecanismo de control social que el modelo neoliberal exacerba con la heteronormatividad, la misma que hace que la mayoría muera antes de los 40 años, en situaciones de extrema pobreza y exclusión.

Si tan sólo pudiésemos ver el proceso identitario de las personas trans valuando, entre otras muchas cosas, el duelo que debieron transitar, tal vez podríamos ponernos un poco en su lugar y antes de discriminar, burlar y ridiculizarlas, apreciarlas como las mujeres valientes que son, como aquellas que enfrentan día a día los prejuicios interpelando la manera de relacionarnos. Aceptemos, todos, de una vez y para siempre, que vivir en libertad comienza por el respeto a la diferencia, dejemos que la consciencia de género nos trasforme como sociedad.

*Moira Corendo: Psicóloga Social

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