Los niños y las pantallas: una lucha incesante

Opinión 20 de julio de 2019 Por Moira Corendo
Los padres nos pasamos la vida siendo animadores infantiles de nuestros hijos, todo lo decimos con tanta energía, para hacerlo parecer el mejor plan del mundo; y es que, del otro lado, el enemigo que asecha son las pantallas digitales.
NiñoPantalla

Mis hijos coleccionan muñequitos diminutos de súper héroes, ahorran durante mucho tiempo para comprarlos y el día que pueden hacerlo van con una ilusión enorme. Los compran, juegan un rato con ellos y los guardan en una lata hasta vaya a saber cuándo.

A veces, después de mucho insistirles, arman alguna batalla de malos contra buenos, pequeña batalla de la que se aburren rápidamente. Para mí es una fiesta ese acontecimiento, llegar a casa con los pequeñitos juguetes y verlos mientras les colocan sus capas, las espadas laser, los escudos y todas sus minúsculas piezas intercambiables. Es una fiesta porque me recuerdan a los Pinypon de mi infancia, eran una pareja de muñequitos carísimos, que traían accesorios de todo tipo, animales, heladerías, plazas, casas, granjas, colectivos.

Mi acceso se limitaba a algunos pocos que me compraba mi mamá con mucho esfuerzo, demasiado seguramente, convirtiéndose así en los tan esperados regalos de Navidad y cumpleaños y día del Niño; siempre pedía lo mismo, “cualquier Pinypon”. Comprar la casa de los Pinypon era inaccesible para el magro bolsillo de mi mamá, ni a un departamento hubiésemos llegado, por lo que se tornaba divertidísimo armarles su casa con cartón y pedacitos de plástico que iba encontrando. Ahora, me resulta muy frustrante que no nazca de mis hijos usar su imaginación para que el juego dure más tiempo. Entonces me pregunto, ¿coleccionar mini súper héroes realmente los divierte a ellos o sólo me hacen feliz a mí y a mis recuerdos de niña?

Los padres nos pasamos la vida siendo animadores infantiles de nuestros hijos: “Vamos a jugar al futbol, vamos a hacer una torta juntos, vamos a hacer una obra de teatro con muñecos, vamos a leer un cuento con voces locas”. Todo lo decimos con tanta energía, e incluso usamos una voz bastante ridícula, para hacerlo parecer el mejor plan del mundo; y es que, del otro lado, el enemigo que asecha son las pantallas digitales con las que mantenemos una encarnizada lucha cuerpo a cuerpo todos los días, inacabada lucha. Los peor es que ellas siempre ganan, contamos cuentos con voces locas un tiempo, pero la pantalla sigue ahí amenazando todo nuestro esfuerzo porque les resulte interesante un cuento de mil años donde un gato con botas tima a un gigante.

"Los padres nos pasamos la vida siendo
animadores infantiles de nuestros hijos..."

Ser los eternos animadores es agotador y desgastante, la tarea de ser padres es tan compleja como incierta, nos sumerge continuamente en un mundo de desconocimiento, y la ansiedad que esto nos provoca es trasmitida a nuestros hijos mediante angustia y enfado, allí comenzamos a debatirnos entre la sobreprotección o la despreocupación. Nos resulta muy difícil encontrar un punto medio, a veces nos sentimos tan desorientados que vamos de un extremo a otro, los cuidamos tanto que no los dejamos forjar una personalidad independiente o los criamos tan autónomos que se sienten desprotegidos e indefensos.

Tal vez si nos animáramos a transitar esa contradicción, podríamos acompañarlos mejor, permitirnos ir de un polo al otro con la suficiente tranquilidad de que intentamos hacer siempre lo mejor. Mostrarnos como los padres imperfectos que somos nos acerca a nuestros hijos, además, ellos ya lo saben. Hacerles ver que no tenemos todas las respuestas, que no sabemos muy bien porque no tienen que estar frente a una pantalla todo el día pero que confíen en que, ponerles ese límite, es lo mejor para ellos, que equivocarse es lo más normal del mundo, que vamos a perder más veces de las que vamos a ganar, que muchas veces no sabemos cómo resolver los problemas, que nos cuesta muchísimo poner límites y hacer siempre lo correcto, que los únicos súper héroes de la casa son los que entran en la lata.

Para nuestra generación es inconcebible pensar en que desarrollen su imaginación creando una casa en un juego de video, para nosotros, lo único válido es salir a jugar e interactuar con otros, con la naturaleza, con el cuerpo en movimiento, lo sostenemos hasta el cansancio; pero también debemos admitir que no tenemos mucho éxito fomentando esas actividades, acaso también debamos transitar esta contradicción siendo lo más permeables posible.

"Para nuestra generación es inconcebible
pensar en que desarrollen su imaginación
creando una casa en un juego de video, para nosotros,
lo único válido es salir a jugar e interactuar con otros..."

Seguir luchando porque desarrollen su imaginación, pero del mismo tiempo, ir amigándonos con la tecnología, lo cual implica una responsabilidad enorme de control sobre la cantidad de tiempo que puede ser utilizada, sobre los contenidos que ven, los juegos con los que interactúan; es mucho trabajo, pero no nos queda otra alternativa que estar atentos a ese espacio tecnológico e intangible que tanto nos asusta y sobre todo enoja, pero accediendo a que sean parte de él.

Incentivarlos a jugar y coleccionar los pequeñísimos súper héroes indudablemente me hace más feliz a mí que a ellos, sin embargo, pienso que de todas maneras es una actividad que disfrutan mucho, un rato, y que compartimos juntos; quizás incluso, en un futuro, los recuerden con el mismo cariño que yo a mis Pinypon y haya sido mi pequeña batalla ganada hacia la tecnología.

*Moira Corendo: Psicóloga Social

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