La sombra de la depresión

Opinión 09 de agosto de 2019 Por Moira Corendo*
La depresión puede exteriorizarse mediante sentimientos de tristeza, desconsuelo, abatimiento, apatía.
Depresión
Depresión Foto: gentileza

La Organización Mundial de la Salud estima que para el año 2020, la depresión se constituirá en la tercera causa de morbilidad junto a las enfermedades coronarias y los accidentes de tránsito; y en la primera causa de incapacidad. La depresión puede exteriorizarse mediante sentimientos de tristeza, desconsuelo, abatimiento, apatía. Todos pasamos por momentos así a lo largo de nuestras vidas, tenemos días malos y días buenos, sin embargo, cuando éste estado de angustia y congoja se prolonga en el tiempo afectando nuestras relaciones laborales y sociales, nos encontramos, muy posiblemente ante un cuadro depresivo.

Algunos síntomas que presenta son: irritabilidad, dificultad para conciliar el sueño o excesivo sueño, modificaciones en el apetito que conllevan a aumento o disminución de peso, cansancio, falta de energía, odio hacia sí mismo, culpa, sentimientos de desesperanza y abandono, dificultad para concentrarse, pensamientos recurrentes sobre la muerte y el suicidio, pérdida del placer en situaciones cotidianas, inactividad, retraimiento.

El sujeto depresivo, comúnmente no es comprendido por su familia, sus vínculos más cercanos no logran entender de donde emerge tanto dolor, tanta angustia, durante tanto tiempo. En gran parte de la sociedad, la representación social que alberga la depresión es manifestada por medio de comentarios como: “Vamos, vamos, levántate de la cama que no te pasa nada grave”, “Dejá de quejarte y de llorar”, “No te tengas lástima, hay gente que sufre más”.

"El sujeto depresivo, comúnmente no es comprendido por su familia,
Sus vínculos más cercanos no logran entender de donde emerge tanto dolor,
tanta angustia, durante tanto tiempo."

Es difícil comprender los cuadros depresivos si no se ha atravesado por ellos personalmente, con vínculos adyacentes, o si no se ha preparado profesionalmente para abordarlos; ya que son asociados en general a un estado de ánimo que puede variar con alguna actividad placentera, como si fuese un sujeto que no presenta el cuadro. El apoyo del grupo familiar y de amigos es primordial para la superación de la enfermedad, el sostén emocional debe lograr internalizarse en el sujeto de manera tal que los sentimientos de abandono y pérdida puedan percibirse cada vez con menor frecuencia.

Las crisis depresivas, dependiendo el grado de la enfermedad, aparecen desencadenas por algún factor externo que siempre repercute desde el grupo interno, que tiene que ver con nuestra historia de pérdidas, con nuestra manera de relacionarnos, con la elaboración de los duelos, con la mayor o menor tolerancia que tengamos ante la frustración.

La depresión es una enfermedad silenciosa que se mantiene oculta en nuestro psiquismo alimentándose de recuerdos tristes, de baja autoestima, de malas decisiones, de la culpa vehiculizada por ellas. Está siempre expectante y cubre como una sombra, acompañando al sujeto a todos lados; sin embargo, también se puede ser consciente cuando esa sombra aparece, poder sentirla y distinguirla de otras situaciones, debido a que la depresión convive con el sujeto durante mucho tiempo, al ser viejos conocidos, el registro de lo que la va desencadenando resulta de mucho beneficio.

"De la depresión no se sale sólo, de nada podemos salir solos,
siempre hay un otro significante que nos acompañe en el proceso"

Ese es el momento de buscar ayuda, no esperar que pase y se desactive sola, sino por el contrario, ser sujetos de trasformación en pequeños actos de contrarresten ese sentimiento desolador. No significa no permitirse estar triste, puesto que contamos con momentos de mucha tristeza que hay que atravesar, sino reconocer cuando esa tristeza se ha instalado y solicitar sostén. Superar la depresión implica convivir con ella para siempre, pero teniéndola a raya, estar atentos a que cualquier situación que nos desestabilice un poco pueda devenir en un factor desencadenante que la haga presente nuevamente.

De la depresión no se sale sólo, de nada podemos salir solos, siempre hay un otro significante que nos acompañe en el proceso, pero sí depende mucho de nosotros mismos querer dar el paso, tener ganas de dejar de sentir ese dolor oscuro y desgarrador al que no le encontramos mucha explicación pero que se presenta tan palpable como inesperado.

Depende de nosotros intentar una y otra vez dejarla de lado, sabemos que nos va a escoltar, latente, expectante a qué aparezca algo que nos fragilice para actuar, pero es el sujeto con depresión el que debe querer afrontar lo que le sucede y lograr que todo ese dolor se convierta en el motor para gestar proyectos, pequeños al principio, importantes luego, que puedan otorgarle otro sentido a la vida, otras ganas, otras responsabilidades. Ser parte de algo que implique compromiso con otros, y al mismo tiempo con nosotros mismos.

*Moira Corendo: Psicóloga Social

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