El detrás de escena de un femicidio

Opinión19 de enero de 2019 Por El Objetivo
Apenas han transcurrido 19 días del año y ya se produjeron 8 femicidios, esto es una emergencia nacional que todos vemos, pero nadie quiere decretar, nos están matando, ¿por qué? ¿por ser mujer?.
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Cuando un varón asesina a una mujer en los términos de femicidio, se produce el final de una escalada de violencia que, por lo general, comienza con sentimientos de impotencia al ver que no puede dominarla, al notar finalmente que ella no es de su propiedad.

Ese varón siente que la única manera de que ella sea suya es quitándole la vida, vida que, por cierto, cree que le pertenece. 

Pero no sólo la violencia de género y la muerte evidencian la opresión, toda mujer es oprimida, cada una de nosotras, lo sepamos o no, lo queramos o no y esto se debe al sólo hecho de ser mujer. No es nada fácil reconocerse en una posición de sometimiento, pero es la verdad y es desde allí desde donde podemos analizar por qué nos matan.

"Cuando un varón asesina a una mujer
en los términos de femicidio,
se produce el final de una escalada de violencia".

Sólo una vez que reconozcamos el rol que desempeñamos en esta sociedad, vamos a poder modificarlo. "Socialmente" una mujer debe cumplir con la función de trabajadora en el ámbito público y cumplir con la función de “reina del hogar” recayendo sobre ella el peso de toda la responsabilidad de lo que allí suceda.

El capitalismo y el excesivo consumo que promueve para que funcione, también nos otorga una carga extra, pero no sólo a las mujeres, sino que ambos géneros están inmersos en un mundo sopesado por la mercancía. El consumo nos hace seres vulnerables, nos otorga una constante sensación de insatisfacción hacia los bienes que nos faltan.

El varón también recibe presiones de ésa misma cultura, pero con la notable diferencia de que el que manda, es él, conforma su subjetividad basándose en la masculinidad hegemónica que se le imparte, agenciando de esto expectativas que debe cumplir. El rol que el varón debe desempeñar está exigido por ciertos mandatos sociales que lo llevan a tener que ser proveedor económico, macho, fuerte, valiente, protector, siempre tener el control de la situación, no poder expresar sus emociones ni sentimientos, no mostrar bajo ningún punto de vista vulnerabilidad.

¿Qué sucede cuando los varones no pueden desempeñar ese rol impuesto y esperado por la sociedad? Puede demudar en violencia de género propiamente dicha provocando una discontinuidad parcial de sus estructuras psíquicas, rigidizando sus técnicas del yo en sentimientos de poca valoración que pueden transformarse, dependiendo de su historicidad y trayectoria vincular, en violencia.

"El rol que el varón debe desempeñar
está exigido por ciertos mandatos sociales que lo llevan a tener que ser proveedor económico,
macho, fuerte, valiente, protector y
no poder expresar sus emociones ni sentimientos, o mostrar bajo ningún punto de vista vulnerabilidad".

Y a nosotras nos toca, con total naturalidad y con un rol asumido por miles de años decir con mucha vehemencia: “los nenes no lloran”, “los nenes no pueden vestir de rosa”, “los nenes no juegan con muñecas”, “las nenas son frágiles”, reproduciendo los mandatos sociales con los que nos hemos criado. ¿Cuántas de nosotras somos machistas? Muchas ¿no? Esto no significa que la culpa deba recaer sobre nosotras, pero sí la responsabilidad de modificar estas pequeñas acciones, reconocerlas y comenzar a extirparlas paulatinamente de nuestro accionar. Basta como padres de educar machitos fuertes y princesas a las que hay que proteger.

Desde la Psicología Social entendemos al mundo basado en el materialismo dialéctico, por lo tanto, vemos trasformaciones incesantes en el Patriarcado todos los días, prueba de ello pienso que son los permanentes emergentes sociales por los que atravesamos, es decir, las organizaciones feministas, las marchas multitudinarias en repudio de los femicidios, las necesidad de hablar lo que tantos años se calló; pero esto no es una lucha entre varones y mujeres, hay muchos varones que se están deconstruyendo y que van anulando al “macho” de sus pensamientos y maneras de actuar, cuestionándose, debatiendo.

"Basta como padres de educar
machitos fuertes y princesas
a las que hay que proteger".

Esto es una lucha que debe aunar los géneros para lograr la equidad, juntos, declarando la emergencia nacional con políticas de estado que dispongan recursos para la prevención y erradicación de la violencia, alcanzando un poder judicial con perspectiva de género. Nos debemos una sociedad equitativa, pero, sobre todo, se lo debemos a las que callan, a las que dicen y se arrepienten, a las que hablan pese a que las siguen violentando, a las que no tienen dónde ir, a las que ya no están, a sus hijos que quedan huérfanos. 

Por: Moira Corendo
        Psicóloga Social

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