Desempleo y conmoción psíquica

Opinión 04 de mayo de 2019 Por Moira Corendo*
¿Qué sucede en el aparato psíquico de un sujeto que ha sido desvinculado de su empleo mientras transita por tiempos de crisis como el presente?
Desempleo

Este 1 de mayo nos encontró distinto a otros, el que afortunadamente cuenta con un trabajo, lejos de festejar su día como en otras oportunidades, no ha podido dejar de pensar en aquellos que no lo tienen, en tantas familias que no poseen sus necesidades básicas satisfechas; esta vez fue diferente porque en nuestro país siempre hubo desocupación, sin embargo, estamos comenzando a ver un poco más allá de nuestras propias necesidades, a visibilizar que la crisis, como muchas otras que hemos atravesado, deja entrever que la pobreza lacera vidas con tanta vehemencia a tal punto que en ocasiones, no es posible apartar el pensamiento de ella. 

Algunas estimaciones ubican la desocupación en torno 11%, la subocupación laboral y la caída de la actividad por la merma del poder adquisitivo constituyen sus ejes fundamentales, además de la pérdida de puestos de trabajo. ¿Qué sucede en el aparato psíquico de un sujeto que ha sido desvinculado de su empleo mientras transita por tiempos de crisis como el presente? El trabajo es un organizador psíquico por lo que el momento del despido es un latigazo al psiquismo que lo desestabiliza de manera temporal, la sorpresa, la incertidumbre hacia el futuro, la angustia de enfrentar la nueva situación, genera los miedos básicos descriptos por Enrique Pichón Rivière como el miedo a la pérdida y el miedo al ataque; nos aterra perder lo conocido y tememos el ataque de la nueva situación al encontrarnos desinstrumentados.

"El trabajo es un organizador psíquico por lo que,
el momento del despido es un latigazo al psiquismo..."

Poco a poco la conmoción va dando paso a una nueva organización emocional donde una incipiente adaptación activa brega por emprender la búsqueda de un nuevo trabajo. El sujeto comienza así a peregrinar por él, si esa nueva fuente laboral aparece en un tiempo prudencial, el despido ha sido sólo una crisis más a la que se ha enfrentado, que ha superado y de la que ha obtenido herramientas para su bagaje emocional; pero ¿qué sucede cuando esa nueva posibilidad no aparece durante meses, años o el suficiente tiempo para gastar sus enjutos ahorros?, la adaptación activa deja de emerger para dar paso a la adaptación pasiva. Pensemos en algún ejemplo de la cotidianeidad que nos abarrota inagotablemente: un jefe de familia pierde su trabajo, con la magra indemnización que le prodigan comienza a subsistir él y su familia, luego les comunica a todos sus conocidos que necesita trabajar, presenta su curriculum vitae en los lugares donde ve que lo requieren; todos los días, durante meses, se presenta donde piensa que pueden necesitarlo, cargado de ilusiones que “ése será el día”. Pero ese día no llega, no lo llaman, no hay respuestas. La indemnización se va agotando, ya no hay dinero para imprimir curriculum, ni para el colectivo que lo lleve a presentarlos, es costoso pagar el celular que puso de contacto, se lo han cortado en varias ocasiones, no obstante lo sigue pagando como puede con la esperanza que un día llegue ese llamado anhelado.

El agua caliente tal vez no pueda pagarse más, el shampoo pasa a ser un elemento de lujo, la ropa y el calzado se van desgastando tanto como el ánimo, y la “buena presencia” que se le requiere, ya no es tan buena para los cánones que solicita el sistema laboral y económico, donde la competencia es el basamento primordial de su funcionamiento. Algo tan elemental, pero en lo que no reparamos con asiduidad, es la salud bucal, ella puede deteriorarse en el desempleado y si acaso esta situación llegase a empeorar, todos sabemos que sin dientes ya no hay posibilidad alguna de trabajo, los estándares de la tan arbitraria “buena presencia”, mayoritariamente, no lo permitirán.

Levantarse por las mañanas le demanda cada vez más esfuerzo, el cuerpo y la mente necesitan asistencia, pero ya no hay obra social, sólo los organismos públicos y sus largas colas lo asisten. Posiblemente sea en ese momento de mayor vulnerabilidad, donde las representaciones sociales y su carácter inconsciente que engloban en ella la masculinidad hegemónica, hacen su entrada triunfal y el polo de la contradicción enfermedad mental, comienza a prevalecer por sobre la salud mental.

A ese varón se le exige socialmente, entre otras muchas cosas, que sea proveedor; y al no lograrlo, luego de tantos pujos, la depresión probablemente se haga pórtico hacia ese psiquismo fragmentado, que intentó integrarse pero que el contexto y el orden socio histórico, no le permitieron.  Tarea nada fácil salir de ese oscuro lugar, mas no imposible, allí es cuando la mirada de un otro que acompañe es imprescindible, él sólo no puede, nada podemos solos. Ese mismo sujeto logra sostenerse en su familia, en su comunidad para gestar proyectos comunitarios, para realizar organizaciones cooperativas donde se encuentre con otros, donde logre nuevamente plasticidad en su Yo, donde sane. Pese a todo, el psiquismo vuelve a integrarse y el camino es el sostén vincular.

"A ese varón se le exige socialmente,
entre otras muchas cosas, que sea proveedor;
y al no lograrlo, luego de tantos pujos, la depresión
probablemente se haga pórtico hacia ese psiquismo fragmentado."

El 1 de mayo, fue un día triste para muchos, pero si esa tristeza es compartida por otros, si logramos ser empáticos con quién comparte nuestra vida cotidiana, con quien sufre, con quien tiene hambre, si logramos salirnos un poco del ensimismamiento, podemos acompañarnos y que de ese acompañamiento surja el proyecto como única escapatoria.

 *Moira Corendo: Psicóloga Social

Boletín de noticias