Síndrome de Burnout y alienación
El Síndrome de Burnout o también conocido como síndrome de desgaste profesional, e incluso, hay quienes lo llaman, síndrome de cabeza quemada; está vinculado al habito laboral y las condiciones estresantes del mismo. Los signos de alarma que comienza a manifestar se pueden reconocer en dificultades a la hora de dormir, estado de permanente alerta, fatiga, dolor de cabeza, taquicardia, angustia antes y durante la jornada profesional, dificultades para concentrarse, en ocasiones agresividad, irritabilidad, comunicación ineficaz, durante los días libres se presentan pocos deseos de sociabilizar debido al intenso cansancio que provoca la situación y a la poca valoración de sí mismo que comienza a surgir de ese trabajo experimentado como frustrante.
Enrique Pichón Rivière expresa que no existe nada en el sujeto que no sea la resultante de la interacción de individuos, grupos y clases. Las clases sociales son grupos de sujetos que se relacionan entre sí, diferenciándose, mediante el lugar que ocupan en el sistema de producción social. Dicho lugar está determinado por tres elementos: la relación con los medios de producción, la posición en la organización social del trabajo y, por último, las relaciones de distribución del producto del trabajo. En el modo de producción capitalista, las clases sociales son dos, la clase dominante que se corresponde a aquellos que son dueños de los medios de producción, y la clase dominada, quienes venden la fuerza de su trabajo a cambio de un sueldo produciendo lo que la clase dominante decida explotar, beneficiados los primeros, por la plusvalía.
Entonces, los trabajadores producen, pero no son parte de las ganancias que la gestión de sus manos, mentes o servicios elaboran, lo que va provocando un desgaste paulatino en sus funciones psíquicas y físicas, el trabajo es vivenciado allí con una doble condición, por un lado, es un organizador psíquico y por otro, se convierte en alienante.
En esa contradicción es que navegan los trabajadores. Karl Marx postula que el trabajo alineado no es la satisfacción de una necesidad: es simplemente un medio de satisfacer necesidades exteriores a él. Su carácter alienado se pone de manifiesto en el hecho de que tan pronto como esas necesidades exteriores son satisfechas, el trabajo se internaliza como displicente y su carácter de alienante prevalece por sobre el de organizador psíquico. Cuando a las condiciones laborales de las clases dominadas se le yuxtapone la precarización y flexibilización laboral, los elevados niveles de estrés por los que atraviesa la mayoría de los trabajadores en tiempos de postmodernidad, la falta de formación para el desempeño de las tares que se les exigen, la poca autonomía en la toma de decisiones; no nos es difícil comprender como emerge el síndrome de Burnout.
Asimismo, las permanentes dificultades económicas del país, la sensación de angustia compartida por gran parte de la sociedad al no llegar a fin de mes, el automatismo con que se realizan las actividades diarias, los escasos momentos de recreación con los que se cuenta, el culto por el individualismo, la alienación extendida a otros ámbitos como los familiares; van menoscabando al psiquismo hasta provocar momentos de crisis que pueden desplegar fragilidad en el aparato psíquico, exteriorizándose como baja autoestima e indicando la rigidización de algunas técnicas del Yo que agencian un sujeto adaptado pasivamente a una realidad que le es ajena a su propio proceso, un sujeto adaptacionista a lo que daña su salud mental. Sabemos que el orden socio histórico es productor de ese sujeto, pero al mismo tiempo, el sujeto tiene posibilidades de modificar su entorno y ser parte activa de él. Sólo adaptado activamente, conociendo su realidad para luego poder transformarla es que podrá sanar.
No obstante, eso no resulta posible por sí solos, para salir de una crisis, como para todo lo demás, necesitamos de un otro que sostenga, que acompañe, que geste proyectos con nosotros, pequeños, grandes, no importa; puesto que el proyecto genera movimiento, lazos comunitarios, relaciones objetales que permite integrar las partes del Yo fragmentado por la alineación, por el Síndrome de Burnout, por la cotidianidad, mediante procesos dialecticos de transformación colectiva. Después de cada crisis, el psiquismo resulta fortalecido, el aprendizaje y la adaptación activa que surgen allí es lo que nos permite volver a creer en nosotros mismos.
*Moira Corendo: Psicóloga Social