Amazonas, pulmón y responsabilidad de todos

Opinión31 de agosto de 2019 Por Moira Corendo*
El Amazonas es el bosque tropical más grande del mundo y la mayor reserva de biodiversidad con el que cuenta nuestro planeta.
Amazonas
AmazonasFoto: gentileza

El Amazonas es el bosque tropical más grande del mundo y, por consiguiente, el mayor pulmón con el que cuenta nuestro planeta, ya que absorbe mil millones de toneladas de dióxido de carbono, lo que a su vez filtra el aire, reduce el efecto invernadero y contribuye a apaciguar el cambio climático.

Sin el Amazonas, tendríamos temperaturas más altas y peor calidad de aire. Con más de 74.000 incendios registrados desde enero, según datos del INPE (siglas en portugués del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil), Brasil muestra un aumento de incendios forestales de 83% entre enero y agosto comparado con el mismo periodo del año pasado. Los incendios tienen siempre origen humano y la proliferación de los mismos tiene su umbral en la deforestación, el fuego es utilizado para las limpiar zonas, para abrir pistas o para preparar tierras para la agricultura.

Los seres humanos no valoramos la naturaleza, la vamos destruyendo poco a poco, conforme al avance demográfico, las ciudades crecen y los bosques desaparecen, las toneladas de basura aumentan exponencialmente y es allí donde me pregunto: ¿cómo pretendemos cuidar el Amazonas si ni siquiera podemos cuidar del otro, de quien nos acompaña en el transcurrir de la vida?

"Los incendios tienen siempre origen humano
y la proliferación de los mismos tiene
su umbral en la deforestación"

El desarrollo del individualismo nos va ensimismando cada vez más, nos cuesta mirar a los ojos, nos cuestan las palabras sinceras, nos cuesta ser empáticos, ponernos en el lugar del otro, pero realmente en el lugar del otro, despojándonos de nuestros propios prejuicios y tratando de comprender el acontecer desde una mirada integral. En nuestro país, y también a nivel mundial, estamos atravesando momentos sociales muy difíciles y la tolerancia a la frustración está disminuida a niveles donde estamos perdiendo la capacidad de simbolizar, la violencia emerge acorde a esa ausencia de simbolismo ocasionada por un contexto desfavorable tanto económico como social.

En ese orden socio histórico, es difícil ver más allá de lo que nos traspasa verticalmente, pareciera entonces que también nos es difícil ser empáticos con nuestro planeta. Los mercados, el aumento del consumo, la vida cotidiana valorada cual mercancía, son generadores de impacto ambiental; es parte de nuestra rutina consumir un producto, cualquiera sea, que en general, posee un envoltorio y además generar el desecho del anterior, no nos detenemos a pensar cuanta basura concebimos cada uno de nosotros, simplemente consumimos.

Quemamos el sitio baldío para no tener que limpiarlo, tiramos los papeles en la calle, no separamos la basura, no cuidamos la energía, desperdiciamos el agua; habitamos esta tierra como si tuviésemos otra, no obstante, se quema el Amazonas y salimos todos a exigir que se invierta en políticas ambientales, llenamos las redes sociales de publicaciones ecologistas, y nos quejamos, nuestra doble moral siempre al servicio de la detracción vacía de autocrítica.

Las políticas ambientales son necesarias y urgentes, de eso no cabe la menor duda y tenemos derecho a exigirlas, sin embargo, también depende de nosotros cuidar el planeta, mirar un poquito más allá de nuestra nariz y preservar las reservas naturales con las que contamos, escuchando a su vez, a las nuevas generaciones que son las que tienen instrucción para lograrlo.

La educación ecológica es la alternativa para apalear el desastre ambiental por el que estamos atravesando, los adultos en general, no contamos con ese tipo de información, devenido allí, el caos que ocasionamos. Pero sí los niños, son ellos los encargados de formarnos en este aspecto, tienen otra mirada y otra conciencia ecológica, apoyémonos en ellos.

"La educación ecológica es la alternativa para apalear
el desastre ambiental por el que estamos atravesando"

Al mismo tiempo, además de la educación ecológica, debemos interesarnos por el otro, comprometernos de manera tal que se generen lazos comunitarios para hacer frente a un cambio de paradigma no sólo ambiental sino social, mutar paulatinamente a consumidores responsables lo que disminuirá significativamente el impacto generado por nosotros mismos. La consciencia ecológica es parte de desarrollar la conciencia crítica que nos va a permitir un medio ambiente y un contexto social más sano y comunitario, donde nos importe la tierra, pero también quienes la habitamos.

*Moira Corendo: Psicóloga Social

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